viernes, 29 de marzo de 2013

Y volver a empezar (Capítulo 5)



Jacinto Ciprés estaba casado con Juliana Romero, mujer activa y hermosa que además de la casa y de despachar en la floristería del marido, criaba a un hijo al que registraron como Narciso, Narciso Ciprés Romero, y a una hija a la que llamaron Verónica, ya que Jacinto, su padre, era un gran aficionado a la tauromaquia y consideraba que el pase más precioso, bonito y bello del arte del toreo era la “verónica”, y si era efectuado por El Litri, Curro Romero o Rafael de Paula entonces adquiría carácter de divino, y en el fondo de su alma albergaba la idea de que su hija, a través del nombre impuesto en la pila bautismal como nombre de lo mismo, o sea de pila, sería la más bella joven, y después mujer, del Ensanche derecha de Barcelona.

El negocio funcionó.

Casi todos los muertos, salvo honrosas excepciones, son adornados con flores y coronas de flores que no aciertan a ver porque ya están lacrados en sus ataúdes pero contentan y tranquilizan los espíritus de los que aquí se quedan porque los sobreviven.

Pero Narciso, y menos Verónica, no aumentaron el reducido grupo de amistades que estaba compuesto por Pau, para él Pablo, y Sinforoso, porque ambos hijos del florista eran caprichosos y livianos, eran dos primaveras alocadas que hablaban voz en alto, que parecía alegres de forma permanente, que vestían con colores llamativos y provocativos, que reían a mandíbula batiente por cualquier menudencia y que se comportaban de forma irreverente y poco considerada con las prácticas mortuorias y religiosas de nuestra sociedad, aspecto que hería los sentimientos de Pau Eterna y Sinforoso Sierra porque no dejaba de ser el trabajo de sus padres y, además, ciertas costumbres y más las relacionadas con personas fallecidas y sus familias merecían, a su juicio, otras formas y otras composturas.
Así que nunca intimaron, más bien al contrario, mantenían ambos bandos posiciones enfrentadas y de forma simple y sencilla se detectaban animadversiones mutuas, por lo que evitaban un exceso de contacto entre ellos.

 (continuará)

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