Aprendí muchas cosas con la muerte de Susan.
La mayoría se me olvidan, porque casi todo se aprende de niño, pero alguna queda.
Y una de las que parece que sedimentó y se quedó en mi
cabeza es que hoy estás aquí y mañana puedes no estar porque te has muerto. El
filo entre la vida y la muerte es fino, muy fino.
Es por eso que a la gente a la que quiero se lo digo cada
día y varias veces: porque a lo mejor mañana ya no se lo puedo decir. Y sobre
todo porque es muy importante que el amigo o la amiga se sienta querido y que
tú se lo puedas decir.
Creo que eso ayuda a vivir, a vivir con alegría, a vivir con
la sonrisa dibujada en el rostro.
Y es por eso que a los políticos, que los quiero muy poco y
cada día menos y sobre todo cuando son intrascendentes e inocuos y encima
deciden muchas cosas que afectan a nuestras vidas, les digo exactamente lo
contrario, esto es, que no los quiero.
Y como que no los conozco y no se lo puedo decir de forma
directa se lo digo de una forma indirecta y que además me provoca unas grandes
risas y reír también es muy importante para el bienestar personal.
Como que salen cada día fotografiados en los periódicos,
pues escojo la página donde sale aquel al que ese día quiero menos por el
motivo que sea, y hago lo que aprendí de nuestras madres y abuelas: tras fregar
el suelo pongo el papel de prensa con su fotografía sobre el piso húmedo, para
así pisar en el papel y no manchar la superficie recién fregada, y luego con mi
pie, con cariño, eso sí, presiono encima del careto del político y con un
ligero movimiento de rotación lo giro un poquillo y al político se le desfigura
el rostro porque queda como un boñigo y me da unas risas que me muero y
mientras lo miro aboñigado me lo paso muy bien.
Después escribo a alguna amiga un guasap y le digo que cada
segundo que pasa la quiero más, y me siento super bien y feliz y sigo con el
día que ya está algo empezado y alguna cosa más habrá que hacer, como proseguir
con la querencia de la gente que se lo merece y hacérselo saber y retirar el
papel de los periódicos del suelo que se ha puesto tan feo como el careto de
los políticos deformaditos.
Jiji, lo de presionar con el pie el careto del político, pero eso sí, con cariño, me recuerda a una frase que usamos mucho en casa: "esto lo coges y lo depositas, con mucho cuidado, en el cubo de la basura"
ResponderEliminarPero yo a esta práctica le veo muuuuucho peligro, a ver si se va a quedar la "fotocopia" del careto de turno en el suelo húmedo...cuidadín!!!
Eso sería fatal!!! Sólo pensarlo me pongo enfermo.
ResponderEliminarY además, que mal fario, por favor!!!