sábado, 6 de septiembre de 2014

Slogans de la Semana y otros que se me han fundido en una conversación con mi padre.

 
Tengo por costumbre desde hace varios años emitir cada lunes a aproximadamente un centenar de amigos un Slogan Semanal, una frase afortunada dictada por algún genio de las letras, del pensamiento o de la reflexión filosófica.
Algunos, pocos,  de los receptores me responden agradeciendo el envío y apuntando algún comentario sobre el contenido de la frase en cuestión.

Tengo por costumbre desde hace varias años saludar la mañana a algunas amigas a las que quiero profundamente y con las que desearía estar siempre junto a ellas, para oírlas, verlas, contemplarlas, admirar su belleza, tocar su piel, regalarles flores,…

Hace poco tiempo decidí que dejaba de hacerlo.
¿Por qué?
Porque no me parecía que fuese valorado ese pequeño esfuerzo personal, en un caso semanal y en el otro diario.
¿Reacciones? Ni una. Cero. Nadie ha dicho esta boca es mía, que en esta caso significa que nadie parece añorar mis envíos diarios o bien semanales.

¡ Qué decepción !
Seguro que injusta por mi parte.
Nadie me pidió nunca que eso hiciese.
Nunca nadie me reclamó ese deber que yo me impuse.
Fue una iniciativa que nació de mi creatividad.
Aún así, me decepcioné, mire usted.

Fui adiestrado por un padre que me enseñó que amar al prójimo es imprescindible y una práctica vital, y él lo hacía con toda abundancia con su mujer, mi madre, sus hijos, entre ellos yo que además era, soy, el primogénito, con sus hermanos y su hermana Tía María Teresa y sus hijas pueden dar fe de ello, con sus trabajadores y también con sus proveedores cuando su empresa suspendió pagos coincidiendo con los días de mi matrimonio.
¡ Qué sufrimiento padeció ese hombre en esa situación !
Lo superó. Dos años costó, pero de ella salió.

Mi padre, antes y después  de esos momentos que marcan una vida, me enseñó que ser bueno es un valor y una virtud.

Ahora que escribo estas líneas que no son más que pensamientos que circulan con desorden y en libertad por mi cerebro cansado, porque mi cuerpo está derrotado,  me doy cuenta de que hacía mucho tiempo que no hablaba contigo, padre.

Déjame que te explique algunas cosillas.
Me he vendido el piso de Sarriá.
Lo necesitaba.
Por dinero y anímicamente. Términos que conviven mal, pero así es, Papá.
El dinero me falta y el alma ya no puede soportar más la ausencia de la que lo habitó conmigo durante treinta y cinco años. Y que yo amaba como jamás pienso podré amar a nadie.
¿Te dije que murió Susan, verdad?
Pobrecita, se fue en su silencio sereno y habitual pero que era desalentador para mí que preciso de gritos y de los aspavientos que no son de nuestra tierra, pero sí de mi personalidad mediterránea.

Me voy a vivir a la Cerdanya, a nuestra casa de Enveitg que era también de tu orgullo, porque decías que aquello que tú no pudiste tener lo conseguí yo y me hinchabas como un pavo de plumas de plata y graznidos de oro.

Padre, necesito sosiego, lentitud, silencio, calma, y reencontrarme con la naturaleza y con el trabajo físico y manual del jardín y de la huerta.
Necesito dialogar con el trabajador del campo, con el obrero y con el empleado, con el mecánico y con el camarero, y sobre todo, ofrecer algo a aquellos necesitados que suspiran por un pedacito de amor de los afortunados. Me cansé de Consejeros Delegados, Directores Generales y engolados ejecutivos que son ostentosos y más que otra cosa insoportables pavos reales.

Conocí tras irse contigo Susan a una rubia que es una entrega constante pero que en el fondo se quiere a sí misma bajo el manto del amor a los demás. La ayudé en todo lo que pude, y no te lo explico en detalle  porque pensarás que mi carrera hacia la locura es ya inevitable, y encima sufrí el rechazo que humilla y el desprecio que lacera.
No deseo entrar en detalles, padre.
La quiero y ella, a su manera extraña, también, y yo me la creo porque tú me enseñaste a creer que la gente es buena.
Y no tengo duda. Es buena, mas rarita que yo, pero buena de alma y de corazón y sentimientos.

Conocí a una de tierras adentro, castellana, cálida y algo reconcomida por la vida y los acontecimientos que son sufrimientos del día a día, y ¿sabes?, me enamoré.
Pero esto no es fácil, ella allí, en Castilla, y yo en el sur de Francia, disculpa, en la Cataluña Nord.
Además mi salud me jugó una mala pasada en su casa Navarra y la asusté y suerte que su chaval de nueve años estaba con su padre. Habría sido mucho peor y doloroso.
La quiero, padre, pero esto es difícil y complicado, incluso algo errático.
Te explicaré más cosas de esa enorme mujer, pero en otro momento.

¿Y por qué te explicó yo todas estas vicisitudes ahora mismo?
Será porque hacía tiempo que no dialogábamos y ¡ qué ganas tenía de charlar contigo, padre !

Retomo el origen de este escrito, Papá, porque acabo de oír tu voz en las cercanía de mi corazón.
Seguiré con mis Buenos Días y mis Slogans Semanales porque me enseñaste que no debo esperar nada de nadie, y si reconocimiento alguno llega pues bienvenido será y recibido con tranquilidad de ánimo porque el orgullo marginado debe estar, y lo que puedo y debo es ofrecer, que es lo que tú hiciste toda tu vida.
Creo que te he entendido, cuando ahora me soplabas consejos junto a mi oreja para que llegasen tus razonamientos a mi corazón, padre.
Cumpliré con tu encargo.

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