miércoles, 16 de septiembre de 2015

Cosas que deseo para ti.


Hoy es un día importante para mí.
El 16 de septiembre de 1953 nació la que sería mi compañera toda mi vida.
Ella se fue y yo siento una soledad de sepulcro, de mármol frío y seco.
Pero sigue siendo mi diosa desde el lugar que ocupa en el firmamento.
Hace ya una docena de años, una amiga suya, Marta Solè, le contó las cosas que deseaba para ella, y Susan me las contó porque también las deseaba para mí.
Hoy siento que ella me pide que yo las desee para ti y que te lo diga, porque las cosas hay que decirlas. No solemos decir te quiero. Yo sí. Yo lo digo todos los días, y a varias personas. A todas las que puedo.
Y por eso esto te escribo, porque ella me lo ruega y porque yo lo deseo para ti con todo mi corazón.

Deseo que vivas, que goces, que rías, que llores, que sueñes, que quieras y que seas querido, deseo que seas libre.
Deseo que disfrutes de los amaneceres y de los atardeceres, de los días de sol y de los de tempestad. Que te caliente el fuego, que te envuelva el olor de la leña y el crepitar de las llamas. Que te reconforte su calor.
Deseo que abras los ojos no sólo para mirar, si no para observar, pensar, dudar y decidir. Deseo que alguna vez te hagan un poquito de daño, ya que así se aprende a perdonar. Deseo que seas generoso y que te falten algunas cosas porque eso enseña a valorar la importancia de lo que se tiene.
Deseo que rías porque reír se contagia, relaja el espíritu y, aunque sea por unos pequeños instantes, ves la vida como algo maravilloso.
Deseo que te guste la mar, que goces de su inmensidad, que te abandones en la arena de cualquier playa, que te impregnes del olor del salitre y de su viento húmedo y que el ruido de las olas te llene el alma.
Deseo que te dejes seducir por los campos y por las montañas, por el cielo azul y por las estrellas plateadas que acompañan a la luna. Que puedas bañarte de luna.
Quiero que no te abandone nunca la capacidad de aprender y la del asombro, que tengas el don de que la gente se te acerque y que a ti no te cueste acercarte a los demás. Deseo que tu sonrisa sea un regalo continuo. Deseo que seas tú porque eres un ser irrepetible.
Deseo que te ensucies las manos con la tierra, que la pises con tus pies descalzos, que mires al horizonte y disfrutes con la grandeza y la magnanimidad del universo.
Deseo que vibres con el prójimo, que te emociones y que dejes volar libremente tus sensaciones. Deseo que se las muestres a los demás, porque también se contagian.
Deseo que tengas un espíritu aventurero, que viajes ligero de equipaje porque lo importante eres tú, que te enamores, que se enamoren de ti, que no sufras el desamor, pero si te llega que te sirva para aprender, que no sientas jamás odio ni rencor hacia nadie.
Deseo que seas solidario y creas en la igualdad de los hombres sin importar su procedencia, ni su cultura, ni su raza, ni sus creencias.
Deseo que te hagas viejo, pero que conserves el niño que llevas dentro.
Deseo, como dijo San Agustín, que si necesitas una mano recuerdes que yo tengo dos para ofrecerte.

Todo esto, y muchas cosas más, las deseo para ti, sencillamente porque te quiero.

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