Me he pasado toda la mañana sentado en el mirador por
excelencia de mis últimos meses. En Llívia, en la Cerdanya.
Y me ha asaltado la cabeza una frase que comentamos con un
amigo hace unos días: “La vida es un contrasentido. Separado se escribe todo
junto, y todo junto se escribe separado”.
He intentado darle la vuelta al tema, pero está claro que
todojunto es un error, y más todavía los es sepa rado.
No me queda más remedio que reconocerlo: la vida es un
contrasentido.
Es posible que en esa tres palabras (todo, junto y separado)
esté la raíz de los continuos contrasentidos que nos presenta la vida cada día,
cada hora, cada minuto, cada segundo.
Me pido una cerveza monstruo a ver si las burbujas hacen que
piense en otra cosa, porque la idea final de horas, minutos y segundos me esta
martilleando el cerebro como una gota malaya. Más me vale que muchas gotas del
néctar de cebada me llenen el estómago y disipen los agobios de la cabeza.
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