miércoles, 9 de septiembre de 2015

Una mariposa geométrica.

 
Esta mañana miraba por la ventana que habita junto a mi escritorio.
Distraído. Embelesado. Desconectado.

De repente, y ante mi ventana, he visto una mariposa que volaba en línea recta. No como sus semejantes, que vuelan como al tuntún.
He bajado corriendo las escaleras, he salido al jardín y he llegado a tiempo para preguntarle que por qué volaba así.

La mariposa se ha detenido sobre una brizna de hierba verde que todavía conservaba una gota de lluvia del amanecer, lluvia ligera que oí caer sobre las tejas que cobijan mi lecho, y me ha respondido que ella ama la geometría, ama las hipotenusas y los triángulos y los cuadrados, y también los equiláteros y los rectángulos y las circunferencias, porque le seduce y le maravilla el orden y el concierto que traen consigo y que regalan a los demás.

Yo le he contestado que prefiero y amo el vuelo al libre albedrío atolondrado  de sus hermanas.

Se ha quedado pensativa, ha plegado sus alas en posición vertical, me ha parecido que estaba algo aturdida y ahí se ha quedado, en silencio, con un ligero temblor en todo su ser.

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