martes, 29 de septiembre de 2015

Luna roja.

 
La pasada madrugada la luna era de sangre.
No es cierto, o para ser prudente, no es exacto.

Mis hijos y yo sabemos que lo que sucedió es que la luna se vistió de Susan, se vistió de color y de calor, y por encima de todo, se vistió de amor.

Como también mis hijos y yo sabemos que las próximas semanas los bosques se teñirán de rojo, de ocre y de amarillo, y las hojas de los árboles caerán bailando serenamente, bamboleándose con dulzura para alfombrar la tierra, como cayó la madre y la esposa, con la serenidad melosa del alma libre y tranquila de mujer que amó y fue amada.

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