miércoles, 2 de marzo de 2016

Crónica de El Grito de la Lechuza.

 
Crónica de El Grito de la Lechuza.

Reclama con cierta urgencia mis servicios la Lechuza.
La causa no es otra que el debate de la no investidura de Pedro Sánchez.
Pero me reclama no para habar de la no investidura, ya que es un tema suficientemente conocido por todos, si no para pedirme que en las líneas que yo escriba refresque a todo el mundo la memoria, ese artilugio de nuestro intelecto que acostumbramos a manejar mal o con muchos y excesivos errores, ya que tendemos al olvido con excesiva frecuencia.

Y en el caso que nos ocupa dice la Lechuza que no debemos OLVIDAR.
Y lo que no debemos olvidar, sin ánimo de exhaustividad, es lo acontecido durante cuatro años de mandato presidencial del Gran Cínico de la democracia española (la escribo en minúsculas por exigencia de la Lechuza), Mariano Rajoy Brey.

Este es su legado:
- Incremento de la desigualdad económica de forma inaceptable (valga como ejemplo el hecho de que Cáritas atiende a tres veces más número de personas que antes de que el Cínico alcanzase el poder junto con su jauría de corruptos).
- España tiene el mayor paro juvenil de Europa y las nuevas generaciones no disponen del mínimo de oportunidades que deberían de exigir por su formación y posibilidades profesionales.
- Reforma laboral que favorece la precariedad en los contratos y los despidos sin incentivos (llenarse la boca hablando de la creación de puestos de trabajo en las condiciones en las que los proponen es un ejercicio de cinismo jamás visto en la historia de país democrático alguno).
- Fiscalización general en todos los ámbitos de la vida económica de los españoles.
- Desaparición prácticamente total de las ayudas a la dependencia.
- Estrangulamiento del sistema sanitario con la finalidad inequívoca de premiar la privatización.
- Ley Wert de Educación, rechazada por todos los partidos y los docentes de toda España, y la paralela creación de conflictos lingüísticos allí donde nunca habían existido.
- Desobediencia sistemática de las sentencias del Tribunal Constitucional, ese Tribunal desautorizado, denostado, politizado y deprimido que tanto dicen se debe respetar.
- Ahogo permanente y constate de las finanzas de las CC.AA.
- Negación sistemática de la “singularidad catalana” y de otras en aras de una uniformización de la España una, grande y libre de épocas en las que no se ponía el sol en las tierras dominadas, conquistadas y sometidas por España.
- Aumento de la corrupción hasta términos insospechados en un país moderno (Bárcenas, Gürtel, Matas, Fabra, CajaMadrid, Nóos, Rato, Operación Púnica, Palma Arena, País Valenciano en su globalidad, CC.AA. de Marid,…)
- Reforma exprés del Tribunal Constitucional para ser intervenido al antojo del Partido Popular.
- Gobierno usando y abusando del Decreto Ley para gobernar dada su mayoría absoluta, cuando de todos es conocido que el Decreto Ley es, por sí mismo, una medida de orden excepcional.
- Amnistía fiscal del ministro Montoro a los ricos y a las grandes fortunas que habían evadido capital del país y que ahora no sólo no se les penaliza si no que se les premia con exenciones fiscales, y aún así, fracasan en su intento de repatriar capital.

Y la Lechuza no sigue porque se ahoga en el fango y la podredumbre de estos mafiosos del poder, de estos ladrones de la democracia,  de estos insolidarios de la sociedad, porque la conclusión ante la lista anterior ya es suficientemente evidente: cuatro años de involución peores que con el peor gobierno Aznar.

La Lechuza desea finalizar su perorata con una referencia al periodista Fernando Ónega, que dijo tras el caso de los titiriteros encarcelados, luego liberados, de hace unos días:
“Algo falla en el sistema cuando es automático el ingreso en prisión (de los titiriteros) y los grandes delincuentes económicos duermen tranquilamente en su casa”.

Hagan ustedes mismos lo que quieran, amigos lechuguinos, pero como que hay que empezar corrigiendo por algún lado los despropósitos, este Cronista se permite una licencia, también lechugina, y dice alto, claro y rotundo, que empecemos por echar del poder al Partido Popular y al Sr. Rajoy.
Por algún lado debemos empezar a regenerar la democracia de este desastroso país.

Buenos días.

1 comentario:

  1. Absolutamente de acuerdo en todo lo que dices, excepto en una cosa que siento la necesidad de puntualizar por considerar que parte de un concepto erróneo.
    El franquismo inventó aquello de España, una grande y libre, que ni fue nunca una, ni grande ni libre. Inventó un escudo, o mejor plagió, porque era el escudo de los Reyes católicos, modificado y con el águila de San Juan teñida de negro. Parece que no se atrevió a colocar la bicéfala imperial de Carlos V. Y digo quinto (de Alemania), porque nunca mereció el de Primero (de España), a la que olvidó, esquilmó, masacró (guerra de las comunidades) y vendió sus minas e industrias textiles a banqueros flamencos y alemanes. A él sólo le importaron realmente dos cosas: proclamarse emperador del Sacro Imperio Romano y Germánico y asentar, fortalecer y perpetuar la Casa de Austria.
    Aquí estableció su capital en Castilla, que nunca tuvo capital, para evitar otra revuelta que trastocase sus planes imperiales. Y a lo que finalmente denominarían sus sucesores como España, la utilizó como fuente de impuestos y tropas baratas o forzosas para sostener sus guerras dinásticas en Europa.
    España no dominó ni sometió a nadie. Ya había sido antes sometida y arruinada por esa multinacional del poder (la casa de Austria), asociada (como siempre) con la banca alemana, la nobleza y el clero. El proyecto de aquella unión de los reinos de España que, en cierto modo, desearon Isabel I de Castilla y Fernando de Aragón, terminó cuando se casaron la princesa Juana (la loca) y Felipe de Absburgo (el Hermoso). Lo que vino después, fue una desgraciada cadena de intrigas palaciegas, fatalidades y despropósitos que parece no tener fin.
    Como dicen en Madrid, "las reclamaciones a Cascorro (la estatua de bronce sorda, muda, ciega y quieta).

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