domingo, 6 de marzo de 2016

Personas complementarias.

 
Acabo de preparar el Cuento popular de la Cerdanya que narraré a los chavales del Colegio Alfons I de Puigcerdà el próximo martes, y que algunos cuantos de ellos narrarán la siguiente semana en la emisora municipal Radio Puigcerdà 107.90 FM, la radio de su población.

Me siento feliz explicándoles cuentos y me siento dichoso cuando observo su alegría ante los micrófonos de la emisora. Y los imagino radiantes cuando después, en sus casas con sus padres y hermanos y otros familiares, escuchan sus voces a través de las ondas;  y unos días después vuelven a escucharse conjuntamente con sus compañeros de clase, para analizar con su tutora la pronunciación, la dicción, las pausas y los silencios propios de la narración, las entonaciones, los énfasis que son la gesticulación del lenguaje,…

Un día, a los pocos meses de fallecer mi compañera, hace ya siete largos años, largos y espesos, largos, mi amiga alemana de Catalunya o catalana de Alemania me hizo una reflexión que conservo en mi memoria.

Esto me dijo:
“Seguro que tu compañera debía irse en el momento en el que marchó, porque ya era su hora, porque ya había hecho aquí todo lo que tenía que hacer, y muchas cosas seguro que gracias a tu ayuda, a tu ánimo, a tu saber estar con ella, pero sobre todo debía partir a descansar a una nube suave, dulce y mullida para que tú hiciese más cosas para ti mismo y para los demás, y también por su memoria y por la de vuestra relación”.

Hoy estoy casi seguro, no, estoy ya seguro de que mi amiga tenía razón.

Gracias amiga, gracias Susan por permitirme seguir creciendo y haciendo cosas, pequeñitas, es cierto, pero que aportan algo de alegría, de compañía y de solidaridad a otros, aunque tu ausencia se me hace larga,… muy larga,… muy larga,… tremendamente larga.

2 comentarios:

  1. Paco. Al hilo de lo que te dijo Katy sobre nuestra entrañable Susan, voy a hacerte una reflexión personal que nunca he hecho a nadie.
    Creo que alguna vez te he dicho que, a pesar de todo, sigo siendo creyente, aunque a mi manera, alejado de esa idea maniquea de un Dios que sentado en una nube, premia a los buenos, castiga a los malos y decide caprichosamente quién ha de pasarlas putas y quien ha de vivir de puta madre, y no, no creo en ese dios absurdo.
    Pero es que tampoco creo en la teoría de caos ni que la vida sea fruto de una casualidad, ni en la última "ocurriencia" científica de que antes de la gran explosión del Big Bang el universo era más pequeño que un protón.
    No obstante, mi fe es todavía un razonamiento en curso, quizás recién nacido, a la vez de ser casi tan viejo como yo, y que parte de ese presentimiénto humano, desde que el hombre aprendió a erguirse sobre sus pies y ver el mundo por encima de las altas yerbas de las praderas, de su insignificante pequeñez e indefensión y de que la vida y los sufrimienros, gozos, frustracciones y alegrías, no tendrían sentido sin obedecer a algo más grande, inmenso, inconmensurable, de lo que formamos parte.
    Quizás hacia allí trascenderemos, y no será un paraiso, sino un átomo más de una mente global, que se inventa a sí misma, que se hizo materia y energía, y que tal vez creó la vida para seguir aprendiendo y creciendo con las experiencias y aprendizaje de esa combinación de materia y energía, que tal vez, no es –somos– la última creación, quizás el último eslabón, el gran catalizador que ha de convertir la energía física en energía psíquica,en pensamiento, en experiencias, alimento fundamental, que tal vez nutra de vivencias, antes imposíbles, a la gran e infantil mente de un Dios Cósmico que está autonaciendo para acabar con un ciclo sin sentido de un universo que expkota y se comprime en una infinita rutina.
    Si es así, las vivencias, experiencias y amores de los que nos dejaron, estarán allí. Y creo firmemente que allí confluiremos para ser "amalgama" de algo más grande y que se me antoja inimaginable e indescriptible.
    Desde mi propia zozobra, un abrazo.

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  2. Paco. Al hilo de lo que te dijo Katy sobre nuestra entrañable Susan, voy a hacerte una reflexión personal que nunca he hecho a nadie.
    Creo que alguna vez te he dicho que, a pesar de todo, sigo siendo creyente, aunque a mi manera, alejado de esa idea maniquea de un Dios que sentado en una nube, premia a los buenos, castiga a los malos y decide caprichosamente quién ha de pasarlas putas y quien ha de vivir de puta madre, y no, no creo en ese dios absurdo.
    Pero es que tampoco creo en la teoría de caos ni que la vida sea fruto de una casualidad, ni en la última "ocurriencia" científica de que antes de la gran explosión del Big Bang el universo era más pequeño que un protón.
    No obstante, mi fe es todavía un razonamiento en curso, quizás recién nacido, a la vez de ser casi tan viejo como yo, y que parte de ese presentimiénto humano, desde que el hombre aprendió a erguirse sobre sus pies y ver el mundo por encima de las altas yerbas de las praderas, de su insignificante pequeñez e indefensión y de que la vida y los sufrimienros, gozos, frustracciones y alegrías, no tendrían sentido sin obedecer a algo más grande, inmenso, inconmensurable, de lo que formamos parte.
    Quizás hacia allí trascenderemos, y no será un paraiso, sino un átomo más de una mente global, que se inventa a sí misma, que se hizo materia y energía, y que tal vez creó la vida para seguir aprendiendo y creciendo con las experiencias y aprendizaje de esa combinación de materia y energía, que tal vez, no es –somos– la última creación, quizás el último eslabón, el gran catalizador que ha de convertir la energía física en energía psíquica,en pensamiento, en experiencias, alimento fundamental, que tal vez nutra de vivencias, antes imposíbles, a la gran e infantil mente de un Dios Cósmico que está autonaciendo para acabar con un ciclo sin sentido de un universo que expkota y se comprime en una infinita rutina.
    Si es así, las vivencias, experiencias y amores de los que nos dejaron, estarán allí. Y creo firmemente que allí confluiremos para ser "amalgama" de algo más grande y que se me antoja inimaginable e indescriptible.
    Desde mi propia zozobra, un abrazo.

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