Enveitg, 1 de noviembre de 2016
Mi querida Paula,
Me he despertado esta mañana pensando en ti.
¿Sabes por qué?
Porque hoy empezamos el mes de noviembre, mes en el que
celebramos nuestros respectivos cumpleaños. Tú el día 7 y yo el día 14. Tú
cumplirás 8 años y yo 62.
Me acuerdo con enorme claridad del día en que decidiste
presentarte a todos nosotros.
Era un viernes y me resulta fácil pensar que primero
saludaste a tu mamá, después a tu papá, y luego a los abuelos y a los avis.
Yo estaba muy nervioso, porque me hacía mucha ilusión
conocer a mi primera nieta, pero estaba conmigo l’avia Susan y ella me
tranquilizaba.
Cuando por fin pude verte una lágrima de emoción se asomó
por uno de mis ojos, y se me empañaron los cristales de mis gafas.
No me atrevía a cogerte entre mis brazos, porque eras tan
pequeñita, frágil y minúscula que temía hacerte daño. Al final te acogí en mis
brazos y te acurruqué contra mi pecho, pero tenía mucho miedo de que te
escurrieses y cayeses al suelo.
Quise besar y estrujar a tu madre, pero sólo le di un beso
amoroso porque después de dar a luz hay que dejar descansar a las madres.
¡ A tu padre sí que le di un abrazo de oso !
Tu padre estaba muy emocionado, y yo estaba muy orgullosos
de mi hijo, porque me regalaba una nieta preciosa, una princesa divina.
L’avia Susan te miraba complacida, tranquila y serena como
siempre fue ella, pero yo sabía que en su interior su corazón brincaba de
alegría, porque me miró con toda su ternura, me cogió la mano y me dijo
dulcemente, “Felicidades, avi”.
Después miró a tus padres, y creo poder decir que alguna
lagrimita también escapó de sus ojos verdes.
Hoy ella te cuida desde el cielo, sentada en una nube desde
la que lo ve todo, y cada mañana empuja con su mano pecosa al sol para que
caliente nuestra jornada, y cada atardecer estira de una de las puntas de la
luna para que convierta nuestro descanso en un baño de plata.
Paula, ¡muchas felicidades por tus ocho años!
Te deseo que pases un día maravilloso, que seas muy feliz y
agradezcas a tus padres todo el cariño que te regalan todos los días.
Yo, desde la montaña, pienso mucho en ti porque te quiero un
montón.
Avi Paco.
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