miércoles, 15 de noviembre de 2017

Greguerías de un inconformistas (XXXIV).

 
Ayer fue mi cumpleaños.
No voy a decir cuantos cumplí porque me da pereza contarlos. Sólo diré que si fuesen velas en un pastel me faltarían pulmones para apagarlas.
Y lo que ahora contaré, que es lo que hice cuando se me ocurrió, a eso del mediodía, no es porque me encontrase solo o sufriese de soledad.
No.
No fue así. Es sólo que se me ocurrió y lo hice, porque estoy en un estadio de mi vida en el que hago lo que deseo en cada momento, siempre atento a no dañar a nadie con mis decisiones o actuaciones.
Además, estoy tranquilo, sereno, relajado, tanto cuanto me lo permite mi hiperactividad, que hoy día está en mínimos desde que decidí instalarme junto a las montañas, en el amplio valle de la Cerdanya.

Decidí, así de repente, que me apetecía que la gente, mis amigos y conocidos, me felicitasen por mi onomástica.
Recuperé viejos conocimientos de lo que fue mi vida profesional, la publicidad directa, y redacté el siguiente mensaje a través de un “guatsap” con el objetivo evidente de obtener respuestas y muchas felicitaciones.

Así decía:
“Si mis papás hubiesen decidido ponerme de nombre de pila el de un santo del día de mi nacimiento (que es hoy), mi nombre sería uno de los siguientes: Serapión, José Pignatelli, Clementino, Teódoto, Hipacio, Jocundo, Filomeno. ¿Cuál te gusta más? Es por si decido cambiar de nombre”.

La respuesta fue alucinante.
A los pocos segundos de hacer llegar el mensaje a un centenar de amistades, mi móvil empezó a sacar humo.
¡ Todo el mundo me felicitaba !
¡ Y todo el mundo apostaba por uno de los nombres sugeridos, salvo algunos que me decía que ya estaba bien mi nombre, Paco, que no lo cambiase, y lo que es mejor, me daban sus explicaciones !

Pensé que la creatividad siempre triunfa, y que la publicidad directa sigue siendo eficaz, como cuando ya la vendía a mis Clientes.
Eso me dio más tranquilidad todavía, y me hizo feliz, porque conseguí recibir muchas felicitaciones y me confirmó que no engañaba cuando trabajaba.
Las agradecí todas, cada una de ellas con su mensaje particular, como dictan los cánones de la que fue mi profesión.
Y me sentí muy bien mientras degustaba una excelente copa de vino y un buen filete de buey.

Simplemente para vuestro conocimiento: ganó Serapión, seguido muy de cerca por Jocundo, y en tercer lugar se clasificó Filomeno.
Todos los nombres recibieron algún voto.
¡ Viva la diversidad !

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