Ahora sí.
Ahora, ya, sí.
Me declaro oficialmente y a todos los efectos
independentista catalán.
Escucho nada más arrancar el día esta mañana que en una
emisora de radio, ayer por la noche, el exPresidente del Gobierno José María
Aznar declara que en el origen de la crisis que sufre España está el
independentismo, el secesionismo y el soberanismo catalán.
Para ponerle la guinda al pastel dice que por sus
convicciones, sus ideas, su partido y su país (fíjense en el orden de sus
motivaciones) si es necesario volverá a la política para ser de nuevo
Presidente de España y convertirse en el Guía Nacional.
Pues, por mi parte, ahora ya sí.
Definitivamente sí.
Yo no quiero seguir. Me quiero marchar.
Por tanto, quiero, deseo que Catalunya conquiste la
independencia.
Yo no quiero estar con energúmenos que nos imponen clases de
religión, de ciudadanía, de uniformidad, que creen en la Nación Grande y Única,
y que tal vez recuperen la asignatura
que llamábamos FEN (Formación del Espíritu Nacional) que yo sufrí en mis
épocas de bachiller.
Este país es insufrible, inaguantable, y que duele en el
alma por culpa de estos tipos rancios y trasnochados amos de un Partido que es
el máximo ejemplo de la corrupción política, ética y moral.
Sólo pueden servir para que las próximas generaciones
aprendan exactamente lo que nunca se debe hacer cuando sirves a la causa
pública.
Es la única herencia que dejarán.
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