Estoy convencido de que un día oiré el ruido de una llave en
su encaje con la cerradura de la puerta de nuestra casa y será ella, que entrará sigilosa,
me buscará como escondida en el quicio de la puerta de la sala de estar, se acercará
con parsimonia, me dará un beso de los que rozan como levitando los labios, y me preguntará
¿qué tal?, ¿cómo estás? y yo responderé, muy bien, porque estoy contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario