martes, 29 de octubre de 2013

Estrasburgo y nuestros políticos y jueces.


Soy consciente de que el título de este escrito no recoge a los que posiblemente son los más importantes de este asunto, las víctimas del terrorismo.
El olvido no es tal.
Pero, e intento explicarme a continuación, la problemática del caso está en los citados en el titular, ya que por las víctimas en general no podemos hacer más que acogerlas en nuestro corazón y actuar para que no se repitan situaciones como las que a ellos les ha tocado vivir.

He dejado pasar unos cuantos días, bastantes, por miedo a que mi comentario precipitado dejara de ser tal por su transformación en bramido.
Ahora, con la tranquilidad que concede el transcurrir de los días y el sosiego recuperado del espíritu, ahora digo, sí ha llegado el momento de pensar y escribir sobre Estrasburgo.

Y reflexiono, una vez apaciguada la inicial indignación, sobre la sentencia y sus aspectos de máxima importancia para que nos aporte –por lo menos a mí mismo- algo de luz.

En este país de países mal avenidos que conocemos por España la cadena perpetua no existe, por lo que la aplicación de la doctrina Parot tal y como nuestra Justicia y nuestros gobernantes en el poder decidieron en su día es anticonstitucional. Así es, nos guste o no.
En consecuencia, el Tribunal de Estrasburgo, mal que nos pese y mucho que nos duela, hace aplicar la jurisprudencia legítima y consecuente.
El error de todo el proceso radica, según mi parecer, en que la clase política en general aplicó un procedimiento a sabiendas de que en su momento los Tribunales Comunitarios a la rectificación les obligarían.
Sencillamente apostaron por la estrategia de empujar el problema hacia delante –estrategia muy rajoniana, también denominada “estrategia Prestige”, que consistió en enviar al petrolero hacia alta mar sin tener en cuenta que la marea podía acercar el crudo, pero eso ya lo afrontaremos cuando suceda si es que sucede-  y esperar a ver qué hacemos en el futuro caso de que el futuro traiga problemas que tal vez sí y ojalá no, aunque todos sabían que sí los traería.
Y mientras tanto, el Partido Popular aprovechó la coyuntura para cargar las tintas sobre el PSOE alineándose con descaro junto a las víctimas del terrorismo, víctimas a las que ahora ha dejado con “el culo al aire” como casi siempre.
Y mire Vd. que tuvieron años para intentar solucionar el problema de la Ley Parot, pero en aras de la estrategia Prestige no hicieron nada por si el tiempo que todo lo cura en esta ocasión también actuaba y todo lo curaba. Pero, como era de prever, nada el tiempo curó.

Me fijé también en su momento, pero no me lo he planteado hasta ahora por los motivos comentados anteriormente, en las primeras declaraciones tras la sentencia del Presidente del Gobierno: “Está lloviendo mucho, gracias”.
Como ya ha mencionado algún articulista de opinión, no es más que la versión moderna del “hoy no toca” que se traduce literalmente en “hoy no me conviene”. Tristes, patéticas declaraciones de quien dirige este país y que en su día aprovechó el asunto para zarandear al Gobierno de Zapatero con multitud de manifestaciones contra su política antiterrorista.

Las segundas manifestaciones del Presidente del Gobierno, en cuanto reflexionó sobre que tal vez ver caer la lluvia era un poco frívolo ante los hechos y pensó sobre todo en la repercusión que los mismos hechos podían tener sobre sus réditos electorales, fueron textualmente: “La sentencia es injusta y equivocada”.
Pues pienso que se equivoca de punta a cabo, ya que no es injusta por lo que ya expliqué anteriormente (otra cosa muy diferente es que nos parezca injusta, incluso maligna e irracional) ni tampoco equivocada, porque si así fuese no habría que aplicarla, y fíjese usted con la celeridad con la que los Jueces la han aplicado (Inés del Río y los que siguen y seguirán).

Concluyo con dos reflexiones.
Mientras sigamos con esta clase política al frente de nuestros destinos, mal iremos, de mal en peor quiero decir.
Y si de entre ellos destacan o predominan los “populares” que dios nos coja confesados: en esta caso concreto muchas personas de buena fe creyeron en promesas que son imposibles de cumplir, y quienes las prometieron lo sabían y luego quisieron arroparlos con sus mítines y sus manifestaciones para captar sus votos y ganar credibilidad política para ahora dejarlos en la estacada y responder con el mayor cinismo que “llueve mucho”.

Y la segunda reflexión gira en torno a una pregunta: ¿cómo es posible que hayamos construido entre todos, entre TODOS, políticos y gente corriente como yo mismo, esta sociedad viciada, corrupta, insensible, egocéntrica, farisea, e insolidaria?
Y también ridícula, aberrante, absurda y esperpéntica.

Me permito un cierto regreso a la visceralidad, al estómago y a la calentura a las que quise renunciar al dejar transcurrir unos días desde la sentencia de Estrasburgo y hasta la redacción de estas líneas.
¿Cómo podemos permitir que asesinos sin arrepentimiento, que violadores incorregibles, que estafadores y corruptos y sobornadores paseen tranquilamente por nuestras ciudades y nuestros pueblos, mientras sufridos trabajadores que se retrasan en sus obligaciones porque no llegan a fin de mes con el IVA, o con el IRPF o los autónomos, sufran el tremendo acoso de la burocracia policial de nuestro sistema en forma de multas, intereses de demora y otras penalizaciones?

Y, ¿qué tenemos que pensar cuando leemos hace unos días en la prensa que los legisladores comunitarios de Bruselas están empezando a cuestionarse si no legislan en exceso, y este pensamiento les surge a raíz de discutir una nueva Ley en la que contemplan el tipo de calzado que será el único autorizado para su uso por las peluqueras de Europa en su lugar de trabajo?

Soy consciente, acabo al igual que empecé, que no es éste momento ni lugar para bromas, pero es que lo de los zapatos de las peluqueras no es ninguna invención ni ocurrencia de mi mente, sino que es algo que realmente sucedió no hace demasiados días en Bruselas.

Recurro de nuevo al refranero: que dios nos coja confesados!!!

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