En un paseo primaveral por la campiña verde y moteada del
rojo embriagador de la amapola me encontré con una Mantis Religiosa que al
observar que la contemplaba con suma atención me confesó que nunca en su vida
se le ocurrió rezar, que su posición es para acechar a sus presas.
Le respondí que actitudes fariseas son muy comunes entre los
de mi especie, así que en nada me sorprendía su declaración.
Nos saludamos con una ligerísima y casi imperceptible
inclinación de cabeza y yo proseguí con mi paseo y ella siguió con sus rezos.
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