(Este Cuento Minúsculo nace de la última frase de la
novela de Mario Vargas Llosa, “El héroe discreto”, de reciente publicación. Esa
frase es la inspiradora del Cuento.
Lo que sigue a la misma son exactamente cien palabras
surgidas de mi pluma, por lo que nada tiene que ver con ellas el autor de la
novela citada).
Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba
todo el interior del avión.
Entonces avisté a mi padre sentado en una nube de algodón
degustando exquisitos manjares del firmamento aderezados con cirros y
altocúmulos y bebidas de cirrostratos licuados mientras el esplendor del sol
doraba sus gestos morosos y calmos, y mamá recostada a su lado tricotaba
bufandas de polvo de estrellas que escupirán lucecitas y rayos de luz arco iris
y truenos que atronarán como petardos de alegría y jolgorio de fiesta mayor de
pueblo en compañía de mi amada, que sonreía con su cabellera de rubíes y sus
ojos esmeralda lamían los besos de serena felicidad que llovían desde mi avión.
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