domingo, 13 de octubre de 2013

Un Cuento Flan...tástico. (Capítulo 3)

 
Lo recogí extremando el cuidado y lo deposité en la palma de la mano de mi sobrino que lo recibió con suma delicadeza porque el flan estaba totalmente desnudo.
Víctor me miró buscando mi asentimiento para dejarlo sobre su plato y así lo hizo.
Sin mediar palabra alguna nos dirigimos a la sala de estar.
Ni mi sobrino ni yo nos atrevíamos a preguntarle nada al flan porque su aspecto era de absoluta atribulación y desconsuelo.

Pero no fue necesario porque entonces el flan parlante habló y esto nos manifestó:
“Disculpadme, por favor.
He sufrido una fuerte depresión y decidí lanzarme de cabeza al cubo de la basura. Permitidme que os la explique ya estoy invadiendo vuestro hogar.
Yo soy muy casero, como todo Flantástico, y lo que más me gusta es estar en el baño con María, que es mi compañera, pero cuando mejor estoy alguien me obliga a salir del agua calentita y abandonar a María.
Muchos de vuestra especie hieren mi orgullo porque cuando alguien tiene miedo le dicen tiemblas como un flan, y nosotros no somos ejemplos del miedo porque somos más bien osados y valerosos ya que nos introducimos en bocas y fauces de todo tipo y catadura.
También acostumbráis a decir cuando alguien os parece hermoso o bella que está como el pan y a mí me gustaría que vuestra expresión fuese está como un flan.
Muchas veces en los restaurantes solicitáis crema catalana tostada en diversos grados y en cambio del flan sólo preguntáis si es de huevo, como si yo pudiese ser de otra cosa, caray, y eso despierta en mí sentimientos de envidia que son ciertamente reprobables.
Tengo que compartir en excesivas ocasiones mesa con las natillas, que son seres despreciables por su indolencia, siempre desparramadas en su cazuelita de barro sin hacer nada mientras yo debo mantener el prestigio manteniéndome erguido.
Y no quiero hablar de los tocinillos del cielo, esos seres que también compiten conmigo y que son horriblemente cursis por su tamaño y su color y encima son asquerosamente pegajosos tanto a las manos blandas como a los dientes duros.
Y me pongo enfermo y rabioso cuando uno de los vuestros reniega por su escasa habilidad con la cuchara y me tira por encima de las partes íntimas de su pantalón, y a mí me da un asco y unas arcadas horribles que me deprimen hasta lo insospechado.
Y algunas de vuestras hembras hacen gelatinas que son flanes insípidos y sosos porque carecen de la dignidad más elemental que se llama huevo, leche asada, azúcar y caramelo, además de en ocasiones vainilla, canela y limón.
Y para finalizar la explicación de mi estado depresivo hace unos años que se llenan vuestros centros de abastecimiento con ofertas de flanes que se hacen con polvos denigrando nuestra noble estirpe.

Decidme, ¿no son motivos sobrados como para que yo, un Flantástico, sea víctima fácil de un estado depresivo que ponga en peligro mi extraordinaria de natural salud?”

Víctor y yo, que habíamos asistido a su extensa perorata guardando exquisito silencio, nos miramos indecisos sobre qué decir.

(continuará)

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con el Flantástico en su apreciación sobre los tocinillos de cielo. Qué asquerosidad!!

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  2. Jajajaja.... ya he descubierto a una enemiga de los tocinillos!!!
    Bueno, pues ya sólo queda el último Capítulo, el 4º y tendremos completo el Cuento Flan...tástico.
    Y en ese final descubriremos que no todos los FLANTÁSTICOS son seres nobles y bondadosos, también los hay perversos y malignos.
    Pronto lo descubriremos!!!

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