Me convoca con urgencia la Lechuza para decirme lo que a
continuación narro, intentando ser lo más neutro posible, ya que mis opiniones
no cuentan en mi condición de transmisor del pensamiento de El Grito de la
Lechuza.
Y esto me dice la rapaz nocturna desde su rama:
He dejado pasar unos días, desde los hechos, a posta.
Y los días ya han pasado.
Pero no mi estado de alucinación (por eso lo de Crónica
alucinógena).
Mariola Vargas, nueva alcaldesa de Collado Villalba (en las
afueras de Madrid capital), fue sometida a una especie de test o de preguntas
por parte de los concejales del Ayuntamiento de la población mentada antes de
asumir la alcaldía tras la dimisión del anterior alcalde. Esta forma de
proceder, al test de marras me refiero, es un invento de la inefable Esperanza
Aguirre, quien asegura que tras someter a un político a esa prueba se garantiza
que no existe corrupción ni corruptelas ni mancha alguna en su expediente de
servidor público.
Decía que la Lechuza ha dejado pasar unos días antes de
comunicarme lo que aquí yo comunico por encargo de la nocturna, pues deseaba
ver la reacción de los medios y de la ciudadanía en general ante una de las
manifestaciones de la nueva alcaldesa.
La Vargas fue preguntada por un concejal del P.P., a modo de
cierre de su exhibición de honradez política, con la siguiente cuestión
(escribo literalmente): “¿Hay algo mas que nos puedas decir para saber que has
dicho la verdad?” (a las preguntas anteriores sobre su intachable curriculum
político). Y Mariola respondió, fría y serenamente: “Más que deciros, voy a
mostraros lo que soy. No te voy a decir que soy un perro judío, que no lo soy”.
Nadie ha dicho nada, a excepción de la columnista catalana
Pilar Rahola (“La Vanguardia” de hace unos días), sobre el tema.
¿Comprendéis ahora porque el porqué del estado de
alucinación de la Lechuza?
¿No? Pues esto explica la Lechuza:
La nueva alcaldesa de una población del cinturón madrileño
asegura no ser corrupta manifestando que no es un… PERRO JUDÍO !!!
Bien podría haber añadido que tampoco es un gitano ladrón, o
un catalán de mierda, o un gabacho de los cojones, o un negro sucio, o un
spaghetti italiano, o un mafioso siciliano, o un embaucador argentino, o un
pielroja americano, o un borracho escocés, porque al parecer las razas y sus
procedencias justifican y explican comportamientos.
Y ante tal manifestación antisemita, NADIE, absolutamente
NADIE, ha dicho nada de nada: ni los que la escuchaban en directo, ni su propio
partido, ni los medios de comunicación, ni las radios, ni las televisiones, ni
la ciudadanía, ni contertulio alguno.
No me quiero extender en consideraciones sobre racismo,
odios ancestrales, pobreza espiritual, vergüenza nacional (¿qué nación?), uso
de expresiones embrutecedoras, hartazgo político y social, porque mejores
plumas que la mía ya lo ha dicho, como la de Pilar Rahola, que ha escrito
textualmente: “Y si todo eso sabemos, lo que sabemos es terrible: que el PP
tiene en Collado Villalba una alcaldesa con tics antisemitas y no le importa.
Asquito”.
Permitid a la Lechuza que vaya un poco más allá que la
columnista:
¡ Qué asco, que tremendo asco
!
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