Ayer escribí:
“Hoy hace seis años que Susan ingresó en el Hospital.
Hoy hace seis años que empezó su calvario.
Hoy hace seis años que nos miramos y que no supimos
qué decirnos.
Hoy hace seis años que nos inundó una lágrima que era un mar
sin vida.
Hoy hace seis años que me dijeron que mi niña se iba.
Que soledad y que enorme sufrimiento, mi vida sin ti, mi
adorada compañera !!!”
Mi hijo mayor, Jerónimo, que cuando lloró la muerte de su
madre se le deslizó de los ojos un iceberg, me envió tres besos rodeados del
silencio con el que viste sus emociones.
Yo dejé caer un
torrente de lágrimas.
Mi hijo menor, Aleix, que durmió la noche del fallecimiento
de su madre conmigo cogidos de la mano, me hizo llegar este escrito:
“Hoy hace seis años que mi corazón se endureció, que parte
de mi alma se marchitó.
Hoy hace seis años que mis ojos lloraron por toda una vida,
que mi gesto se endureció.
Hoy hace seis años que dejé de ser un niño.
Siempre te echaré de menos, mi adorada mamá.”
Yo vertí ríos de lágrimas sobre las palmas de mis manos.
Susan, aquí estamos tus tres chicos pendientes del cielo, en
amaneceres de rojo rubí y en atardeceres del verde de la esmeralda.
Susan, tus tres chicos te adoramos!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario