Me siento en el banco de piedra junto a la puerta de entrada
en mi casa de Enveitg, Alta Cerdanya, Francia.
Descanso después de abastecer los comederos de los pájaros
del cielo.
Y de repente, ante un sol esplendoroso, sin prácticamente ni
una sola nube en el cielo y con algo de viento del norte que mecen pájaros de
vuelo alegre y distraído, un relámpago surca mi mente.
Mi casa, “La Rauxa” como gusto llamarla, es ahora mismo mi
mimada.
A mi casa le entrego todo el amor que la vida me prohibió
seguir ofreciéndoselo a Susan, a mi compañera del alma.
A la casa le dedico todos mis esfuerzos, todas mis
atenciones, todas mis ideas, todas mis iniciativas,… amén del mantenimiento y
conservación que toda casa precisa.
Es verdad que lo intenté y por casualidad con una fronteriza
con Portugal, a la que dije nuestra primera noche que de mí no se enamorase
porque no quería hacerla sufrir y resultó que yo fui el que de ella se enamoró
y por tanto el que sufrió y prosigue con ello, pero no me dejó colmarla de los
besos y caricias que guardo en mi pecho y que han encontrado destino en mi casa
ceretana, en su jardín repleto de begonias y claveles de moro, en su huerto, en
sus estantes repletos de libros, en su chimenea y en su caliente y olorosa
cocina, en sus escaleras, en mi habitación abuhardillada, en la leñera y en su
ciruelo y su manzano y sus mermeladas y en “les fleurs de le dimanche” que
regalo a Ivette en ese día de la semana, a ella que es mi encantadora y ancianita
vecina.
Mi mente que prosigue divagando sentada en la piedra que
hace las veces de banco piensa de pronto que esos dos amores de mi vida sólo
utilizan dos vocales, la a y la u, la primera y la última de las cinco vocales,
el principio y el fin, alfa y omega.
Susana y La Rauxa.
¿Coincidencia, casualidad?
Qué más da!
Dejo el banco de piedra para esperar la llegada de un amigo
que pasará el fin de semana en mi casa querida y que también es la suya, porque
eso es lo que siempre quisieron Susan y “La Rauxa”.
Resulta un texto meditativo. Gracias.
ResponderEliminarSi lo deseas ya me harás llegar las meditaciones a las que te lleva mi texto. Me encantará conocerlas.
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