Leo en la prensa de hoy que ayer se iniciaron las pruebas de
selectividad para acceder a la Universidad.
El término “selectividad” me parece cualquier cosa menos
apropiado, pero ese no es el tema del que ahora quiero hablar.
Las pruebas en Catalunya empezaron con los exámenes de
castellano y catalán.
Y según parece una de las preguntas sobre el castellano era
¿Qué es una catáfora?
Vamos a ver: todos sabemos que el nivel de la Educación de
este país es el que es, es decir, bajo, mínimo, paupérrimo, y más desde que los
que dirigen la Educación son tipos como Wert y Rajoy y tipejas como la Gomendio
(ahora en labores directivas de educación en Europa para hacer bueno el
principio de Peter, evidentemente), pero en una prueba de acceso a la Universidad
preguntar que es una catáfora creo que clama al cielo y provoca un descojono de
risa universal y monumental.
Lo que es una catáfora no lo sabe ni el Ministro de
Educación ni su compañera sentimental que era la número dos de su Ministerio
(la Gomendio) ni el Presidente de este país ni su número dos que es la Soraya.
Según la Real Academia Española de la Lengua, catáfora es el
“tipo de deixis que desempeñan algunas palabras, como los pronombres, para
anticipar el significado de una parte del discurso que va a ser emitida a
continuación”. Y dan un ejemplo: “esto en lo que dije es esto: que renunciaba”.
No escribo lo que significa el término “deixis” porque este
escrito sería una pesadez insoportable.
Sólo deseo formular una pregunta: ¿quién es la mente o
quiénes son los cerebros que deciden que esta es una pregunta para evaluar los
conocimientos del castellano de un chaval que desea acceder a estudios
universitarios?
¿Es un paranoico, es un demente, es un enfermo, o
simplemente es un gracioso que se quiere quedar con la afición?
Personalmente estoy convencido de que la pregunta la
prepararon juntitos Wert y Gomendio mientras se hacían unas carantoñas (¿o
catáforas?) en un atardecer romántico.
¡Y después hay algunos que se ponen serios y trascendentes
cuando hablan de este país! Suerte que cada vez somos más los convencidos de que esto es una país de pandereta.
Y sin remedio.
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