Parecerá mentira, pero este mediodía estaba sentado al sol
en un Hotel de Llívia, al exterior, en su terraza descubierta.
Digo que parecerá mentira porque hoy es 22 de diciembre de
2015, y no toca sol, ni calor ni
manga corta, pero lo que explico es verdad (tal vez por desgracia, porque
confirma a los alarmistas –o no- del cambio climático).
Me senté con prensa retrasada de estos últimos días, porque
con tantas Elecciones Generales, pactos entre independistas catalanes y
anticapitalistas, y declaraciones de la España una, entera, sólida,
impenetrable e infumable dejé de leer muchas noticias que deseaba leer.
Como es mi costumbre pedí a la dominicana, magnífica hembra,
por cierto, que me sirviese una
cerveza en vaso tipo flauta –no me gusta la copa redonda, que acepto en el
gin-tonic pero no con la birra- y cuando me dejó la cerveza un gorrión juguetón aterrizó en mi mesa.
Nos miramos, él con ojos de miel y ladeando la cabecita y yo
con mis ojos escondidos tras mis gafas de miope, hasta que decidió proseguir su
viaje a no se dónde.
Tras un primer sorbo, siempre largo el primero, cortos y
lentos los siguientes para que la cerveza impregne el paladar y se deslice por
la garganta suavemente, despliego uno de los periódicos retrasados y me asalta
una noticia que me atrae poderosamente.
El pasado 19 de diciembre se cumplió el centenario del
nacimiento de la cantante y artista Edith Piaf.
Indago en mi mente por qué esa noticia me cautiva con esa intensidad.
Caigo en la cuenta: Piaf era un pseudónimo, no recuerdo el
apellido auténtico de Edith, y piaf, que es término francés, significa en
español gorrión, y un gorrión acababa de examinarme con mucha atención hacia
unos segundos.
Pretendo buscar afanosamente el apellido formal de la Piaf,
porque seguro que aparece en esa reseña del diario, pero mi mente ya no está en
el periódico si no en la libretita de apuntes que acabo de extraer del bolsillo
de mi camisa junto con el lápiz con el que suelo escribir.
Y esto escribo:
“Edith Piaf, la voz profunda, rota, quebrada, torcida,
sublime. Como toda su vida. No podía ser de otra manera. Hay cosas que son
porque tienen que ser.
El arte, que viaja junto al misterio y la soledad y la
desgracia, surge allí donde nadie lo espera.
Recuerdo que cantabas Non, je ne regrette rien,… rien de
rien.
Yo tampoco, pardalet (*) ”.
Nota: Pardalet es el diminutivo de pardal, que en catalán
significa gorrión.
Este comentario me enva Pedro Lopez Ocaña desde Tarancon (Cuenca):
ResponderEliminarA PROPOSITO DE LOS GORRIONES.
"Como un gorrion..."
Una de las canciones mas hermosas de Serrat. Un cantico a la libertad mas intima.Ojalça pudiesemos volar y ser como los gorriones, que cada vez son mas escasos.
Por cierto. En Castilla el pardal es un pajaro de tamaño similar al gorrion, pe y las alas tambien pardas (gris claro).
Otro dia te enviare la "Nana del Pardal", una preciosa nana ecologista del Cancionero de Tarancon.
(La falta de acentos es porque ahora mismo el Blog no me permite escribir con comas. Otro misterio de la informatica, porque normalmente me deja escribir correctamente).
A PROPÓSITO DE LOS GORRIONES
ResponderEliminarUna de las canciones más hermosas de Serrat.
Un cántico a la libertad más íntima.
Ojalá pudiesemos volar y ser como los gorriones, que cada vez son más escasos.
https://m.youtube.com/watch?feature=youtu.be&v=oW6czY7KGFc
A PROPÓSITO DE LOS GORRIONES
ResponderEliminarUna de las canciones más hermosas de Serrat.
Un cántico a la libertad más íntima.
Ojalá pudiesemos volar y ser como los gorriones, que cada vez son más escasos.
https://m.youtube.com/watch?feature=youtu.be&v=oW6czY7KGFc