Pienso en temas tan complejos como la bondad, la felicidad,
la salud, la inteligencia,… en este día de lluvia persistente que favorece el
recogimiento y también la soledad.
Y creo que la bondad puede ser la base de todo, porque es difícil que sin bondad haya
felicidad.
¿Y una persona infeliz puede gozar de buena salud? Creo que,
completamente, en toda la extensión del término, no.
También pienso que una persona inteligente por fuerza tiene
que ser bondadosa, por lo que podemos decir que la bondad es la máxima
expresión de la inteligencia.
Se me ocurre buscar en mi biblioteca, o entre mis apuntes,
algún escrito de un monje y maestro budista y tibetano que leí en su día y que
reflexionaba sabiamente sobre estos conceptos.
Lo encuentro.
El monje se llama Chökyi Nyima Rimpoché, y dice, entre otras
muchas cosas que para vivir más sabiamente primero debe buscarse la calma,
porque sin calma no hay felicidad mental ni bondad, y que ésta consiste en
querer lo mejor para el otro, en regocijarse de sus éxitos y de su felicidad.
Dice que, en consecuencia, la infelicidad tiene tres causas
principales: no apreciar lo que tienes, llevarte mal con otro, y envidiar el
éxito del otro.
Comenta también que la felicidad procura salud, porque si
vives enojado, vives tenso y eso genera enfermedades.
Hoy la lluvia trae consigo calma, y también bondad para los
campos y los cultivos, y debe ser por eso que siento una felicidad sosegada y
silenciosa.
Me voy a regalarle algo a alguien. Ahora mismo decido qué y
a quién.
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