viernes, 15 de septiembre de 2017

Greguerías de inconformista (XIV).

 
Pienso en temas tan complejos como la bondad, la felicidad, la salud, la inteligencia,… en este día de lluvia persistente que favorece el recogimiento y también la soledad.

Y creo que la bondad puede ser la  base de todo, porque es difícil que sin bondad haya felicidad.
¿Y una persona infeliz puede gozar de buena salud? Creo que, completamente, en toda la extensión del término, no.
También pienso que una persona inteligente por fuerza tiene que ser bondadosa, por lo que podemos decir que la bondad es la máxima expresión de la inteligencia.

Se me ocurre buscar en mi biblioteca, o entre mis apuntes, algún escrito de un monje y maestro budista y tibetano que leí en su día y que reflexionaba sabiamente sobre estos conceptos.
Lo encuentro.
El monje se llama Chökyi Nyima Rimpoché, y dice, entre otras muchas cosas que para vivir más sabiamente primero debe buscarse la calma, porque sin calma no hay felicidad mental ni bondad, y que ésta consiste en querer lo mejor para el otro, en regocijarse de sus éxitos y de su felicidad.
Dice que, en consecuencia, la infelicidad tiene tres causas principales: no apreciar lo que tienes, llevarte mal con otro, y envidiar el éxito del otro.
Comenta también que la felicidad procura salud, porque si vives enojado, vives tenso y eso genera enfermedades.

Hoy la lluvia trae consigo calma, y también bondad para los campos y los cultivos, y debe ser por eso que siento una felicidad sosegada y silenciosa.

Me voy a regalarle algo a alguien. Ahora mismo decido qué y a quién.

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