Leía, hace unos días, en la crítica de libros de “La
Vanguardia” que en castellano –y yo añado que en catalán también- no existe una
palabra que defina el estado del que ha perdido un hijo/a.
Sin embargo, el que ha perdido a los padres, o a uno de
ellos, es huérfano/a, y el que ha perdido a su pareja es viudo/a.
En otros idiomas sí existe este término.
En inglés es algo o bastante genérico, incluso incorrecto,
ya que el término “bereveared”
hace referencia al que ha perdido a un ser amado.
En hebreo sí existe este término descriptivo del estado de
una persona: “av shakul” (masculino) y “em shakula” (femenino).
También existe en árabe: “Thaakil” (masculino) y “Thakla”
(femenino).
Y en sánscrito y griego antiguo y moderno disponen de un
término o palabra que describe ese estado.
Parece evidente que con el paso de los años el idioma pierde
consistencia y riqueza (aunque otros opinen que con las nuevas expresiones,
muchas de ellas procedentes del mundo anglosajón, que se incorporan al español
el idioma ya se enriquece de forma considerable).
Es una discusión interminable, como casi todas. Y ahí yo no
deseo estar.
Yo sólo deseo manifestar que confío que en lo me quede de
vida los lingüistas, los estudiosos de la semántica y otros investigadores de
la lengua no encuentren o inventen esa palabra para que sea utilizada en
castellano –y en catalán-.
Y si dan con ella, yo no la aprenderé.
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