Antes, hace un tiempo no muy lejano, para ser una persona
reconocida tenías que o bien tener estudios (universitarios, masters,…) y
aplicarlos en alguna disciplina profesional o bien haber ejercido cargos de
importancia con éxito en cualquier empresa pública o privada; también valía el
reconocimiento social por algún logro a favor de la comunidad en general o de
un particular en concreto, e incluyo aquí a artistas de cualquier disciplina de
las artes.
Hoy, ser reconocido es mucho más sencillo: basta con hacerse
rico de la forma que sea, independientemente (perdón por la palabra, señores
del P.P.) de cualquier ética o moralidad, o bien ingresar en prisión, a ser
posible por estafa, malversación de caudales públicos, corrupción, tráfico de
influencias, prevaricación o cualquier cosa similar (quedan exentos los
miembros del P.P. que cometan estos delitos, porque simplemente se hacen
famosos pero no purgan culpa alguna).
Imagino que es el cambio de los tiempos y las tendencias, y
deduzco de todo ello que la sociedad avanza inexorablemente hacia la estupidez
más profunda (como ejemplo véanse algunos de sus máximos líderes, como Trump,
Erdogan, Rajoy, Putin, el Kim de turno,…).
En fin, los románticos siempre existiremos (creo), y eso es
una luz de esperanza.
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