Desde hace unos pocos días el otoño asoma cada mañana y cada
atardecer.
He observado en mis paseos pensantes, siempre acompañado de
un libro que desea hacerse mi amigo o con el que ya amisté, que las golondrinas
y las cigüeñas empiezan a emigrar hacia la calidez, y que los castaños dejan
caer sus frutos, las castañas bordes, que son tan bordes que al caer ni siquiera
se dan una gran castaña.
¡Qué cosas!
Unas parten y otras se quedan y se parten.
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