martes, 6 de enero de 2015

Déjame que te pregunte, amor.


No sé por qué se me ocurre lanzarte esta serie de preguntas, amor, porque conozco las respuestas perfectamente, pero necesito hacerlo no sé tampoco por qué.

Por eso quiero empezar con un ruego: ¡ déjame que te pregunte, amor !

¿Quieres que sea feliz y disfrute de los años en los que no podremos compartir nuestras vidas físicas, aunque no podamos estar juntos, verdad, amor?

¿Quieres que siga mirando los atardeceres que cada día tiñes de rojo y verde y que mis ojos no derramen lágrimas de añoranza para que mis labios dibujen la sonrisa que tú mereces y que yo necesito, verdad, amor?

¿Quieres que contemple los amaneceres con mi alma inundada de la paz que tú me entregaste durante toda una vida y que yo aprendía con envidia de ti, verdad, amor?

¿Quieres que disfrute de los paseos junto al río, en busca de los lagos de la montaña y que me bañe y refresque en las frías aguas del Carol mientras tú me observas divertida y sonriente desde esa nube que te pasea por todos los cielos de las almas buenas, verdad, amor?

¿Quieres que atienda con todo mi ser a esos dos hijos que anidaban en tu vientre y que yo notaba moverse en tu interior con mi oreja pegadita a tu ombligo, mientras tú reías con ese sosiego de madre feliz que a mi me contagiaba una inmensa alegría que no sé si era de padre, de esposo o sólo de hombre enamorado de un vientre embarazado, verdad, amor?

¿Quieres que siga escribiendo los sentimientos que me brotan cuando veo a los ancianos tomar el sol y a las abuelas tricotar para abrigar a sus nietos cuando el frío de los inviernos les acompaña y sus hijas que ya son madres llevan a sus nietos hasta el Colegio, verdad, amor?

¿Quieres que me envuelva en mis ensoñaciones cuando veo a las tórtolas acudir a los comederos de nuestra casa en Enveitg, y a las urracas volar para buscar dónde robar cualquier cosa que brillo despida, y a los mirlos negros picotear por la huerta que acoge tus cenizas para que reposen entre verduras y legumbres que eran tu pasión recogerlas, y a los gorriones macho pelear por la hembra en el alféizar de nuestra ventana de las golfas?

¿Quieres que juegue con mis dos nietas, que cuide de mis dos nueras, que frecuente sus hogares y que las haga reír con las muchas tonterías que soy capaz de inventar sólo para que ellas, mujeres hoy de mi vida, disfruten y sonrían y diviertan sus obligaciones de madres que aman a sus hijas y también a tus hijos, verdad, amor?

¿Quieres que siga ideando y escribiendo cuentos para explicarlos en las guarderías, en las librerías infantiles y en los hospitales y escuelas para que todos los niños acompañados de sus padres descubran que existe la Magia, porque la Magia reside en cada uno de nosotros, y la Magia se crea y se transmite y se contagia para que otros a su vez la contagien, verdad, amor?

¿Quieres que… ?

Podría estar así todo el día, rogando tu permiso que ya sé que está concedido, y no sólo eso si no exigido, pero quiero acabar esta lista que sería interminable con una sola solicitud, a pesar de que conozco sobradamente la respuesta.

¿Me dejas que quiera de nuevo a otra mujer, mi amor?

Todas tus respuestas revolotean alegremente en mis oídos y en mi cabeza y en mi vientre.

Gracias, mi amor.

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