viernes, 30 de enero de 2015

Crónica de El Grito de la Lechuza desde la nieve de la Cerdanya.

 
Me dice la Lechuza que si ya estaba helada por la nieve y el viento que sacude estas tierras de la Cerdanya francesa, congelada se quedó cuando leyó la noticia que ahora desea que os comente por si no la habéis leído, y para que en ella pensemos aunque sea un ratito pequeñito cuando nos de por congelarnos, pero no por el frío si no por la necesidad de pensar, reflexionar y analizar sobre el mundo en el que vivimos.

Ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, y el alrededor es el mundo, es la única manera de dar el primer paso para intentar cambiar las cosas, o por lo menos ciertas cosas.

Martín Caparrós, periodista argentino nacido en 1957, acaba de publicar un libro, de los conocidos como literatura de ensayo, de unas 600 páginas que se titula “El hambre” (Editorial Anagrama).
Resulta que este hombre dotado de la sensibilidad de la que carecen muchos, recorrió durante un tiempo países como Chicago, para ver su famosa Bolsa y los movimientos de sus inversores, visitó las fabricas textiles de Bangadesh, los hospitales de Níger, el gran basurero de la capital argentina, Buenos Aires, las explotaciones chinas en Madagascar, los morideros suburbanos de Mumabi,… y constató que ochocientos millones de personas pasan hambre cada día en el mundo. En  números se escribe así: 800.000.000 millones de personas, y como cronista de la Lechuza lo repito en cifras porque parece que así es como que más claro.

Comenta Caparrós que si lees el libro debes dedicarle al mismo un tiempo aproximado de ocho horas (en cifras son 8 horas), y eso equivale a que durante ese tiempo de lectura habrán muerto en el mundo ocho mil personas (por coherencia narrativa, 8.000 personas, 8.000 seres humanos).

En paralelo a estos hechos, en el primer mundo aumentan los obesos, entre otras cosas por comer la denominada comida basura (¡que contrasentido, verdad, unos apuestan por comer basura y otros se alimentan de los restos de comida de los basureros!).
Y luego hacen régimen porque los pantalones no les entran o porque las mujeres los miran como gordos, o porque la moda del momento detesta a los obesos.
El primer mundo llama por un teléfono para que le lleven a su domicilio comida china, o coreana, o india, o mexicana, o de donde sea, y alguna madre, en algún sitio, en muchos lugares, pone una cazuela con agua a hervir y en su interior una piedra para decirles a sus hijos que descansen y duerman, que ella ya les avisará cuando la cena, que nunca existirá, esté preparada, pero por lo menos consigue que duerman y así olviden los dolores de sus tripas infladas por la hambruna.

Yo soy de los que cree que el hambre existe porque no es contagioso.
Si lo fuese, muchos Laboratorios estarían investigando y lanzado, con mayor o menor fortuna, pastillas y medicamentos para evitar el contagio, y así hacerse muy ricos y con su dinero influir en la elección de Presidentes de países que necesitan del hambre y las enfermedades para poder seguir al frente del poder, que es dinero, influencias, ego y muchas más cosas, y ese poder les permite comer para ponerse gordos y demostrar, como ya dijo el poeta, que poderoso caballero es don dinero.

Decía al inicio la Lechuza que a veces hay que detenerse, o congelarse, para analizar y reflexionar sobre este mundo que habitamos y construimos (¿o será destruimos?).
Pues bien, la Lechuza propone el siguiente interrogante para que cada uno de los que se detenga un instante decida cuál es su postura:
¿No te sonroja ver las comisiones y gestiones de los bancos, el comportamiento de las eléctricas, de las empresas del gas o del petróleo, los negocios de las superpotencias y de las que no lo son tanto y así podríamos seguir un rato largo porque muchas otras se pueden citar?
La Lechuza tiene su indignación tan congelada que hasta me dice que os diga que si no te sonrojas, ella lo tiene muy claro: o bien eres uno de ellos o eres o eres un humano sin alma, o sea, un desalmado!!!
Tú sabrás.

El Cronista de la Lechuza.
P.D.: Me dice la Lechuza que necesita mayor información para emitir opinión, pero que por supuesto que hablará de la apuesta wertiana y su nueva Ley de Estudios universitarios (¿octava reforma desde que acogimos la democracia en España en 1977?), y también de los papeles de Salamanca que reclaman los catalanes (amparados por una Ley del año 2005, hace ya diez años, y que el Gobierno Central no cumple a pesar de que se cansa la lengua de decir y repetir que la Ley es la Ley y la Constitución la Constitución).
Esperemos el tiempo que la Lechuza precise para su análisis y sus conclusiones, y así sabremos que no serán ni palabrería política ni populismo ni estrategias preelectotrales.

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