Dice Kundera, el
magnífico Kundera, que ya de viejo observa no el pecho de las mujeres, ni
tampoco el culo (trasero es más mono), ni tampoco los muslos (que yo adoro en
una mujer), sino el ombligo, que es muestra de la intrascendencia y del
egocentrismo actual.
¿Será verdad?
Ya sabes que a mi me
encanta tu ombligo, y besarlo y jugar con mis dedos con él ya es el no va más y
el paraíso aparece como por encanto o arte de magia, expresión que más me
gusta.
¿Tendrá razón Kundera?
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