martes, 3 de junio de 2014

Yo no quiero tener nunca más miedo. (Un ejercicio de Prosa Poética Sensorial, que no Cromática, porque esa la reservo para la mujer de cabellera roja y ojos verdes que fue la que yo amé y a la que me entregué).


Hace unos años empezó a morir mi alma que era la de mi compañera,
cuando justo acabábamos de ser abuelos de nuestra primera nieta,
y una enfermedad en cuarenta días la desapareció,
y yo tuve mucho miedo todas las noches y todas las madrugadas que a su muerte siguieron.
Y todavía abunda el miedo en mi cerebro y se presenta en las madrugadas del hielo y también del deshielo.
Mucho miedo. Miedo.
Se que le pediste a muchos que me acompañasen porque tanto me querías que no pensabas en ti porque todo lo dejabas para mí.
¡ Ya no quiero tener nunca más miedo !

¡ Cuántas madrugadas he despertado desolado y bañado en lágrimas !
¡ Cuántas noches de oscura soledad cubierto de angustia y con mi pecho angosto y oprimido !
¡ Cuántas veces escondiendo mi pesar y mi languidez ante amigos y conocidos !
Y ya no más.
Yo no quiero tener nunca mas miedo.

Días y días escondiendo en los pliegues de mi alma una soledad de monstruo enterrado bajo la tierra, y cuántos días saludando a mis vecinos con impostado jolgorio porque a ti, mi amada, te encantaba que entrase en algún lugar y que dejase en el aire la promesa de algo que bien podría ser la alegría.
¡ Y cuánto me cuesta a veces cumplir con la promesa que te hice de que jamás perdería la ilusión que me transmitías !
Y es por eso, ahora que vendo nuestra casa en Sarriá, que ya no quiero tener nunca más miedo.

Una noche también oscura en la cama del hospital te desparramaste en un llanto silencioso, oscuro y viscoso porque sabías que la muerte se apoderaba de ti, y esa imagen me persigue todos los amaneceres y me provoca un miedo gélido que me congela el alma, y aún así, mi amada, debo desterrarla porque ya no quiero tener nunca más miedo.

Hay mujeres de las que nunca se puede regresar.
Tú eras la mujer a la que se llega y no se regresa, porque cuando ahora me pierdo en los meandros de otras no dejo de recorrer mi cuerpo entero mil veces con las yemas de mis dedos buscando con desespero el rastro de las caricias de tus manos, y entonces aparece el miedo porque no te encuentro, y eso me provoca espanto, y yo no quiero nunca más tener miedo.

El otro día le decía a la del norte, a la que quiero y adoro porque ama y no tiene miedo, que una golondrina olvidó su sombra en la hierba de nuestro jardín, y cuando la fui a recoger con el amor y el calor de las palmas de mis manos la herrumbre que allí habita no me lo permitió, y eso es la huella del miedo.

¡ Y yo no quiero nunca más tener miedo !

4 comentarios:

  1. You´re a poet my dear friend. Te quiero viejo.

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  2. Y yo a ti también te quiero, mi niña preciosa!!! Cuídate mucho, mi amor!!!

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  3. "Hay mujeres de las que nunca se puede regresar"
    Pero ¿cómo se puede escribir algo tan bonito?

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  4. Son espasmos de mis sentimientos que brotan espontáneamente, y sobre todo cuando amé y fui amado con la intensidad con la que sucedió y durante un muy largo período de tiempo. Ahora todavía hay días que me pregunto si recuperaré esa capacidad de amar que se que anida en mi corazón, y si sabré de nuevo ser feliz y entregar felicidad como con aquella extraordinaria mujer y persona.

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