Me encanta coger aviones.
El destino no me interesa.
Lo que me interesa es acercarme al cielo para que mis besos
le lleguen más rápidos a ella. Y le llegan volando.
Yo sé que los ha recibido cuando en el avión se hace como un
vacío que afecta al estómago, la gente dice que es un bache y con una mano en
la barriga se miran con boca de pez y con una sonrisita dibujándose tímidamente
en sus caras.
Entonces yo, sin que se me note mucho, sonrío porque sé que
la causa es la alegría del beso enviado y ya recibido por ella, que se alegra y
da como saltitos en su nube y eso afecta al avión.
Por eso me encanta coger aviones.
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