martes, 24 de febrero de 2015

Neuras para (un) neurótico(s).

 
Sí, te quiero a pesar de tus neuras, porque si te empeñases, tú y todos (creo) en no tenerlas y ser perfecto, el precio que pagarías, tú y todos (creo), es la felicidad (la ausencia de la misma), o la porción de la misma que seas capaz de alcanzar (tú y los demás).
Por eso quiero y acepto tus neuras (y las mías y las de los demás).
Los cursis y los domesticados por el lenguaje en boga dirían que de lo que hablamos es de aceptase a uno mismo.
A mí me parece una mierda.
De lo que se trata es de que todos tenemos nuestras neuras, y el que no las tiene es porque practica la idiocia y se ha quedado tan alelado que ya es incapaz hasta de contener la baba dentro de la boca.
Ni aceptarse a uno mismo ni leches. Eso es otra cosa. Y ahora se trata de las neuras propias y de las ajenas.
Son neuras y como son mías las quiero.
Y las de mis amigos y amigas también (las de otros mas lejanos a veces me ponen a parir, pero en un esfuerzo de solidaridad hago como que las soporto, y sobre todo si coincidimos en un lugar físico, como un bar, un cine, un restaurante, que es cuando se manifiestan más insoportables).
Cada neurótico es feliz con sus neuras, y si no las soporta deja de ser feliz, o pierde esa porción de felicidad que a veces consigue.

Y si no estás de acuerdo con lo que digo, pues no te preocupes, a que a mí me la trae al pairo, porque es más que posible que todo este asunto no sea más que una de mis neuras de neurótico.

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