sábado, 7 de febrero de 2015

Listado de las cosas que no puedo soportar y otras que no sé hacer bien (vamos, que las hago fatal).

 
Un día la dije a una mujer que es amiga muy amiga mía y que suele leer mi blog que iba a hacer un listado de las cosas que me sacan de quicio, vamos… que me ponen a parir y de un mal café que no hay quien me aguante, y mi amiga muy amiga me dijo que le parecía una idea muy divertida.
Por ello, a ella le dedico esta(s) narración(es).

Y resulta que conforme anoto algunas de esas cosas me doy cuenta de que hay otras que ya puedo yo esforzarme que me resulta imposible hacerlas bien.
Y ahora empiezo a relatarlas.
Seguramente no tendrán ningún interés para nadie, pero ahora mismo me divierte y me apetece escribirlas. Así que eso hago.

Y se me acaba de ocurrir empezar a listarlas hoy porque he cogido una bolsa de esas de plástico negro y que creo llaman de basura industrial para tirar la mucha mierda de cosas que son absolutamente inútiles pero que acostumbro a guardar, por un mal entendido sentido del coleccionismo, hasta que debo tirarlas porque si no me expulsan a mí de mi casa.
La bolsa me ha llevado a la lista que voy escribiendo en mi libretita de bolsillo, y la bolsa es la que me ha motivado a empezar esta redacción porque no había manera de separar las dos láminas de plástico hasta que he cogido una tijera para hacer no sé qué y la bolsa ha acabado hecha trizas y se ha quedado completamente inservible para contener nada.
Me he puesto malo de los nervios y he tenido que respirar hondo varias veces antes de matar la bolsa a patadas y blasfemias.
Al final, la segunda bolsa se ha apiadado de mí y se han separado las láminas, pero mis nervios estaban ya tan desquiciados que no tenía ninguna gana de meter en la bolsa nada de nada.
Ya lo haré mañana, que es una forma cómoda de  enfrentase a los problemas, pero qué le vamos a hacer, hay ocasiones en que uno debe ser condescendiente consigo mismo.

Me altera sobremanera estar leyendo un libro y que el tipo que pasa cercano a mí mire con su careto descarado el título de lo que leo, y que encima ponga cara de aprobación o no como si entendiese algo de literatura.
Yo también lo hago, pero yo puedo hacerlo y el otro…¡pues no, coño!

Me pone esquizofrénico que en el corte de la manga de mi camisa, el que va desde el botón del puño y hasta medio palmo antes del codo, se introduzca el pomo de una puerta, porque además de tener que deshacer el entuerto, o sea sacar el puto pomo del interior de la manga, te pega un tirón del brazo de un desagradable que para qué.

Me irrita que después de comerme los fresones con azúcar y vinagre sea el último fresón el que me  meta una de sus semillas entre los dientes.
Tanto cuidado con ellas y resulta que en el último bocado te dejas ir un poco y la asquerosa semillita se introduce entre el diente y la encía, y luego la de dios para sacarla con el palillo que pides y que el camarero, un aliado del fresón, no te trae hasta que te pones rojo de ira y le gritas “los palillos, caray!!!”

Me cabrea que se desborde el cazo de la sopa porque parece que esté esperando a que te despistes con las noticias de la TV de las 21 h. para desbordarse. ¿Será la sopa una inteligencia escondida dispuesta a alterar tus nervios? ¡Y lo que jode no es el desborde, es el cirio que significa limpiar la encimera de la cocina!

Me pone histérico ir al quiosco a buscar un determinado periódico y que el quiosquero, con cara de sorna, te espete un “Precisamente hace unos segundos que acabo de vender el último que me quedaba”.
Y entonces yo lo miro fijamente, porque estoy convencido de que ni siquiera lo ha vendido, se lo ha regalado al tío que llegó antes que yo sólo para joderme. Lo único que aplaca un poco mi mal humor es darme la vuelta para irme, sin el periódico, claro, y decir por lo bajini “gilipollas de mierda, que pases frío en invierno y te ases en verano, borde mamón”.

¿Y qué me dices cuando estás cómodamente sentado en una terracita con tu cerveza y con una moza que te gustaría tirártela allí mismo, y al cruzar una pierna sobre la otra te pillas un cataplín y se te pone una cara de chino borde total, y ella te mira como diciendo “y ahora que le pasa a este imbécil vejestorio”, y tú toses de dolor y con disimulo indisimulado, porque ella se da cuenta de todo, intentas poner el huevo de los cojones en un lugar que duela menos?
La última vez pensé que lo mejor era ser directo y claro, es decir, coger el toro por los cuernos, y dije “me acabo de chafar un huevo”, y me gané un ostiazo de campeonato y un “Maleducado, asqueroso” mientras se levantaba y me dejaba a solas con mi huevo, y tuve que repetir la cara de borde porque los de la mesa de al lado se habían dado cuenta de la escena y me miraban como si fuese un depravado.

Odio con profundidad cuando la última de las pipas de una bolsa te sale amarga y te arruina todo el sabor y esa magnífica sal enganchadita a las pipas que te has comido durante una buena media hora mientras miras en la TV tu partido de fútbol preferido, escupiendo de forma continua como si fueses un chino desubicado en el continente europeo.

O como cuando acabas de ducharte y quieres volver a poner la alfombrita pequeñita de los pies a secar en el borde la bañera y no puedes porque con un pie pisas una punta y la muy cabrona se empeña en hacer más caso al pie que a la mano que la quiere recoger. ¡Qué rabia más horrible, por dios, y con lo que cuesta a esas horas de la mañana doblarse para que los dedos de la mano lleguen al nivel del suelo!

Y qué decir de ese facturita de la tarjeta de crédito de  la gasolinera que sacas de tu bolsillo cuando buscas el pañuelo para hacer la guarrada de poner allá los mocos y luego meterlos en el bolsillo, y miras la papelera y está a cuatro palmos y lanzas la bolita que has hecho con la factura y no entra, no encestas, no se introduce, porque da en el borde y cae al suelo, y entonces tienes que levantarte del sofá y recogerla del piso para meterla en la papelera, y como que estás ya cabreado la tiras con tanta rabia que rebota en algo que hay dentro de la papelera y vuelve a salirse para caer de nuevo al suelo y así hacerte repetir la operación mientras le dices a la bolita de papel algo parecido a “mecagoenlaputamadrequeteparió” olvidando que el papel sale de un árbol que lo parió la naturaleza, y suerte que nadie te ve porque estás solo porque si te vieran sabes que dirían “este tipo está como una chota”.

Y aquí finaliza el Capítulo 1 de esta historia, porque puede ser larga, porque mira que hay cosas que irritan y desesperan. Por lo menos, a mí.

Por tanto, la historia continuará !!!

3 comentarios:

  1. No puedo sino suscribir lo de la última pipa (que en mi caso suele ser la puñetera última avellana de los...) y lo del pomo de la puerta y la manga.

    Pero qué decir del hilillo de agua que te escurre desde la muñeca hasta el hombro cuando te lavas la cara o cuando, estropajo en mano, levantas el brazo para limpiar algo que está por encima de tu cabeza, que suele ser, en mi caso, la altura a la que queda "el mundo"?????
    Esa sensación de notar el agüilla escurriendo y saber que durante un buen rato vas a tener la manga empapada... qué asco!!!

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  2. Mi queridísima Maribel: tomo buena nota del tema del hilillo de agua porque evidentemente me sucede muchas veces, y esa sensación de tener el puño de la camisa mojado es desagradable pero de verdad verdadera. Y lo de la avellana es lo de la última pipa y es realmente odioso. En los temas escatológicos, a lo que somos muy dados los catalanes, y que todavía no me he atrevido a comentar, que decir de cuando en una comida de compromiso tienes que auantar un pedorro del copón y al final, lo sueltas en el lavabo, y otes la risa del servicio contiguo por lo escandaloso del pedo. Tengo un libro que se llama algo así como "Tratado de los pedos" que cada vez que lo leo me muero de la risa. Y voy a buscar una entrada de internet con sonido incluido que también me pongo a veces, porque es verdad verdadera que la KK me da mucha risa (si lo encuentro, te lo envío, pero debes de oírlo con tu hijo, que ya tiene edad para reís anchamente sobre estos temas). Será por mi catalanismo!!!

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  3. Eso es, será por tu catalanismo, porque a mí estos temas no me hacen ni poca ni mucha ni maldita la gracia...y eso no tiene nada que ver con mi procedencia, es que soy así de -como dice mi tía asturiana- "repunante", jeje

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