Me convoca la Lechuza a su rama nocturna y me lanza nada más
llegar “Vamos a ver si decimos las cosas claras de una vez por todas”.
Quiere la Lechuza referirse a la estrategia ruin y malévola
que está utilizando el Gran Cínico de España al otorgar toda la responsabilidad
de la falta de Gobierno de España al socialista Pedro Sánchez, por su tozudez
en no abstenerse en los debates de investidura o bien votar a su favor como
Presidente del Gobierno.
¿Pero, se pregunta la Lechuza, no es responsabilidad suya y
de su partido el tratar de buscar los pactos y acuerdos para intentar formar
Gobierno? ¿No es a él a quien el Rey le ha encargado la formación del Gobierno?
O la Lechuza, y yo su Cronista, no nos enteramos de nada o
creemos ambos dos que las cosas funcionan así: el Rey otorga la potestad de
formar Gobierno al Partido más votado y, por tanto, a su líder, y este debe
buscar los apoyos necesarios caso de no disponer de mayoría absoluta, como es
el caso actual.
¿Estamos de acuerdo o no? Creo que es obvio que debemos
estar de acuerdo, porque la dinámica política funciona así en este país, o como
dirían los conservadores, con estas leyes nos hemos dotado todos los españoles,
unos, unidos y libres.
Pues resulta que no, que a juicio de Mariano Rajoy y sus
acólitos esto no es así: la culpabilidad del desgobierno de España es del PSOE,
por su intransigencia, por su tozudez, por su desprecio por la democracia y
porque ellos lo dicen y punto, y si te gusta perfecto y sino, pues eres un mal
patriota y un pésimo español, antidemócrata, faltaría más.
Me dice la Lechuza que le gustaría que recoja en esta
Crónica parte del artículo que ayer, 10.09.16, publicó en LV, pág. 23, el analista
Antoni Puigverd, ya que lo expresa con su habitual maestría y sensatez, cosa de
la a veces carece dada la fogosidad de la Lechuza (y de su Cronista) y como que
los deseos de la Lechuza son órdenes para este Cronista, pues ahí va:
“Rajoy (en su estrategia
para lograr la investidura, aclara el Cronista) se limita a esperar
(es su actividad favorita) un buen resultado de su delfín en Galicia y un
desastre socialista en el País Vasco. Un naufragio del PSOE podría causar una
caída de Sánchez que permitiría la investidura de Rajoy. En cualquier caso,
quedaría el recurso de una tercera elección. Rajoy puede estar orgulloso de su
control del tiempo. Si el no del socialista es descrito como una simplona
tozudez, la indiferencia de Rajoy suscita aplausos y admiración: ¡he aquí el
nuevo Maquiavelo!
Es curiosos que las fuerzas vivas de la prensa o de la
economía no reclamen responsabilidad a Rajoy. ¿No debería salir a buscar
apoyos, aquel que los necesita? ¿No debería conciliar, proponer y abrazar,
aquel que pretende gobernar gracias a los demás? ¿No debería hacer autocrítica
y propósito de enmienda, el que sólo sabe gobernar con mayoría absoluta? ¿No
debería ser Rajoy quien propusiera a la ciudadanía y a los partidos un gran
programa de reformas, inclusivo y regenerador, para recolocar el país en la
senda colaborativa? ¿Qué le espera a un país liderado por alguien que
fundamenta su éxito en el fracaso de los demás?
El éxito personal de Rajoy será muy caro, además de
lento. El tiempo de Rajoy es buenísimo para él, pero es un peso muerto para el
bien común. ¿Cómo es posible que, en plena crisis económica y con el gravísimo
problema territorial, todo el mundo encuentre tan normal que un líder dé más
preferencia a sus intereses que al interés general? ¿No es esta la corrupción
más profunda?”.
Concluye la Lechuza comentando que si ya teníamos un Rey en
España, Felipe VI y II Impuesto, ahora tenemos otro Rey: Mariano I, el Rey de
la Corrupción.
Hasta la próxima, amables lectores!!!
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