martes, 20 de septiembre de 2016

Crónica, rajoniana, de El Grito de la Lechuza.

 
Me convoca la Lechuza a su rama nocturna y me lanza nada más llegar “Vamos a ver si decimos las cosas claras de una vez por todas”.
Quiere la Lechuza referirse a la estrategia ruin y malévola que está utilizando el Gran Cínico de España al otorgar toda la responsabilidad de la falta de Gobierno de España al socialista Pedro Sánchez, por su tozudez en no abstenerse en los debates de investidura o bien votar a su favor como Presidente del Gobierno.

¿Pero, se pregunta la Lechuza, no es responsabilidad suya y de su partido el tratar de buscar los pactos y acuerdos para intentar formar Gobierno? ¿No es a él a quien el Rey le ha encargado la formación del Gobierno?
O la Lechuza, y yo su Cronista, no nos enteramos de nada o creemos ambos dos que las cosas funcionan así: el Rey otorga la potestad de formar Gobierno al Partido más votado y, por tanto, a su líder, y este debe buscar los apoyos necesarios caso de no disponer de mayoría absoluta, como es el caso actual.
¿Estamos de acuerdo o no? Creo que es obvio que debemos estar de acuerdo, porque la dinámica política funciona así en este país, o como dirían los conservadores, con estas leyes nos hemos dotado todos los españoles, unos, unidos y libres.

Pues resulta que no, que a juicio de Mariano Rajoy y sus acólitos esto no es así: la culpabilidad del desgobierno de España es del PSOE, por su intransigencia, por su tozudez, por su desprecio por la democracia y porque ellos lo dicen y punto, y si te gusta perfecto y sino, pues eres un mal patriota y un pésimo español, antidemócrata, faltaría más.

Me dice la Lechuza que le gustaría que recoja en esta Crónica parte del artículo que ayer, 10.09.16, publicó en LV, pág. 23, el analista Antoni Puigverd, ya que lo expresa con su habitual maestría y sensatez, cosa de la a veces carece dada la fogosidad de la Lechuza (y de su Cronista) y como que los deseos de la Lechuza son órdenes para este Cronista, pues ahí va:

“Rajoy (en su estrategia para lograr la investidura, aclara el Cronista) se limita a esperar (es su actividad favorita) un buen resultado de su delfín en Galicia y un desastre socialista en el País Vasco. Un naufragio del PSOE podría causar una caída de Sánchez que permitiría la investidura de Rajoy. En cualquier caso, quedaría el recurso de una tercera elección. Rajoy puede estar orgulloso de su control del tiempo. Si el no del socialista es descrito como una simplona tozudez, la indiferencia de Rajoy suscita aplausos y admiración: ¡he aquí el nuevo Maquiavelo!
Es curiosos que las fuerzas vivas de la prensa o de la economía no reclamen responsabilidad a Rajoy. ¿No debería salir a buscar apoyos, aquel que los necesita? ¿No debería conciliar, proponer y abrazar, aquel que pretende gobernar gracias a los demás? ¿No debería hacer autocrítica y propósito de enmienda, el que sólo sabe gobernar con mayoría absoluta? ¿No debería ser Rajoy quien propusiera a la ciudadanía y a los partidos un gran programa de reformas, inclusivo y regenerador, para recolocar el país en la senda colaborativa? ¿Qué le espera a un país liderado por alguien que fundamenta su éxito en el fracaso de los demás?
El éxito personal de Rajoy será muy caro, además de lento. El tiempo de Rajoy es buenísimo para él, pero es un peso muerto para el bien común. ¿Cómo es posible que, en plena crisis económica y con el gravísimo problema territorial, todo el mundo encuentre tan normal que un líder dé más preferencia a sus intereses que al interés general? ¿No es esta la corrupción más profunda?”.

Concluye la Lechuza comentando que si ya teníamos un Rey en España, Felipe VI y II Impuesto, ahora tenemos otro Rey: Mariano I, el Rey de la Corrupción.

Hasta la próxima, amables lectores!!!

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