jueves, 4 de abril de 2013

Para una niñita con el nombre de su abuelita.


Creces despacito.
Pero en mi distancia creces muy deprisa porque cada vez que te veo tus ricitos negritos se han alargado y enroscado como una rosquilla.

Vas a ser una niña muy pilla. Como las niñas traviesas que a mí me gustan.
Yo también era un pollo muy pillo y por eso quiero que seas una niña granujilla ya que es linda y bella la picardía y además cautiva.

Muchas veces pienso que eres una niña muy afortunada y que serás mujer venturosa porque llevas en tu cuerpecito la firmeza de la tierra de la meseta de tu madre y la abundancia mediterránea de tu padre, el fuego de la pasión de tu abuelo y la gloria del cielo azul añil de tu abuelita.

Has pasado unos días conmigo esta Semana Santa, Susana, y he sido feliz al ver tu vitalidad de casi dos añitos.
El personajito en el que te has convertido no sabes cómo ayuda a este caminante herido por las batallas de la vida. Tú jugabas por la sala de estar de mi casa y yo te observaba y leía a Robertson Davies que también caminó y caminó con las muchas lesiones que la vida le causó.

Tú eres un soplo de alegría porque todavía no conoces las penurias y la tristeza de la existencia, que ya te alcanzarán con el transcurrir de los días pero no seré yo quien te las transmita porque estaré contigo y con tu primita Paula para que os abrace la magnanimidad del ánimo, la nobleza de la generosidad, la prodigalidad de la abundancia de virtudes y la prodigiosidad de la ciudad de tus abuelos y de tu padre que narró Eduardo Mendoza.

Tu crece, crece, crece… y cuando contemples el cielo recuerda lo que escribió en su redacción escolar la niña Caterina, de un Colegio del Sur de Italia, que le dijo a Dios “¡Cuán listo eres! Todas las noches consigues poner las estrellas en el mismo sitio”. Pídele tú que cuando contemples la bóveda azul, ahora celeste, ahora marino, después gris, a veces naranja y morada que cubre la tierra las estrellas presenten muchos colores, todos muy vivos, todos sencillos, muy intensos, que despidan miles de destellos con su resplandor para tus pupilas.

Tu nombre viene de las estrellas y ellas se te ofrecerán como tú desees, mi niñita con el nombre de su abuelita.

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