martes, 9 de abril de 2013

Una muerte que desapercibida pasará



Ayer murió la primera española que se acercó a Hollywood, el templo del becerro de oro moderno, también se fue la inglesa neoliberal que cambió un cacho del mundo para hacerlo más propiedad de los ricos, y hoy a muerto el hombre que nos enseñó a decir NO.
Hoy hemos conocido que murió José Luis Sampedro, uno de los indignados, un hombre que despìstó a todos porque nació en Barcelona, creció en Tánger, maduró en Santander y echó raíces en la Real Academia de las Letras y en los libros y en la sabiduría.

Loaremos a sara sarita sara, un país venerará al 50% a la dama de hierro y nosotros ni nos acordaremos del economista y el literato que nos enseñó a luchar con honor y gallardía y máxima educación con el poder establecido, porque reverenciamos a los viles que nos arrasan con lo superfluo y  a los soberbios que creen que la fortuna reside en lo notorio y no en la reflexión y el sobrecogimiento, y olvidamos a los pensadores y a aquellos que nos regalan  una sonrisa etrusca.

Nadie se acordará de este prohombre de la cultura.

Todos hablarán del fallecimiento de la más que sara porque la llamaban saritísima e incluso de la dama que llevó a Europa a ser la más desconsiderada con los que trabajan con sus brazos el hierro ayudados por el yunque y el carbón a cambio de sus pulmones y del final su vida, a engordar las cuentas suizas y vírgenes y caimanes de los banqueros y los despiadados que sólo saben de egolatrías.

Escasos recordarán a Sampedro y todas sus enseñanzas y mientras tanto, como hoy mismo me explicaba mi hermana del alma, nuestros hijos se van de este país para hacer arquitectura en los Emiratos Árabes o en cualquier otro lugar donde se valora más el saber que el fandango y el ruido ensordecedor de la fanfarria.
Dos generaciones, mínimo, sufrirán lo que de este país han hecho los medallas y los reconocidos con laureles, hombres y mujeres que nos gobiernan y nos aprisionan.

Las nubes del cielo están encerradas en jaulas que son para pájaros domésticos que desaprendieron a volar y a trinar en los paisajes de la libertad, porque esos políticos han encerrado la creatividad de nuestros jóvenes, esa chusma y esos ladronzuelos de tres al cuarto, y todos ellos por ese poderoso caballero que es don don don dinero que rezó el poeta y cantó el trovador.

¡ Lástima de generaciones perdidas !
Sampedro ya no sufrirá estas vejaciones que nos han infligido los cortos de mira, los lobos de las almas y los carentes de solidaridad.

Descansa en paz, viejo sabio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario