Finalizó el curso escolar de Fermín un día de junio antes de
San Juan, y en ese último día de clase el Maestro entregó a cada alumno sus
calificaciones escolares.
Fermín obtuvo en la asignatura de matemáticas la calificación
de excelente, y en el resto de materias notas de sobresaliente y notables
altos, por lo que tanto él mismo como sus padres se sintieron muy satisfechos.
Fermín ocupó los días siguientes a la finalización del curso
académico con la preparación del viaje veraniego, con su familia, a las playas
de la Costa Brava catalana, a Platja d’Aro, antiguo puerto de pescadores, Sant
Feliu de Guíxols, con su magnífica bahía rodeada de pinos, encinas y
alcornoques, Palamós, en el Bajo Ampurdán, con su puerto deportivo, L’Escala,
pequeña población dedicada en cuerpo y alma a la pesca en los bancos de anchoas
y a su conserva en salazón, famosa en todo el Mediterráneo por su excelente
calidad y sabor, el golfo de Roses al sur del Cap de Creus con extraordinarias
calas,… y una de esas noches, unos días antes del inicio del viaje, ya con la
luz de su mesita de noche apagada y él en ese estado relajado que precede al
sueño, volvió a aparecer en su habitación, tras una ráfaga de luz de polvo de
estrellas, el Mago Pamplinas, que fue a sentarse de nuevo a los pies de su
cama.
Y antes de que Fermín se recuperase de su sorpresa, el Mago
Pamplinas se dirigió a él con su voz profunda pero al tiempo sedosa, cálida y
calurosa:
- Buenas noches, Fermín. He sido informado de tus calificaciones
escolares, y tras la lectura de las mismas he deducido que ahora ya gustas del
estudio de las matemáticas. ¿Es realmente así, Fermín? – le dijo el Mago
Pamplinas.
- Me gustan mucho las matemáticas, Mago Pamplinas, y también
la aritmética y la geometría, porque muchas preguntas al Maestro le formulé
después de tu visita de hace unas semanas, y sus respuestas sembraron la
semilla de la curiosidad en mi corazón. Y me informé de cosas que me
encandilaron como que Pitágoras formuló un teorema que lleva su nombre y que
explica el sentido de los triángulos, y que también se interesó por la moral,
por la vida recta y austera, y que él mismo y sus seguidores rechazaban la
guerra – respondió entusiasmado Fermín.
- Es decir, Fermín, que entendiste mi mensaje y comprendiste
que estudiar es el arte de aprender a aprender, y eso te ha llevado a
interesarte por el conocimiento – concluyó el Mago Pamplinas.
- Así es, Mago Pamplinas – dijo Fermín – y el deseo de saber
me plantea muchas preguntas, y de algunas de ellas por más que investigo no
consigo dar con la respuesta acertada-.
- Dime qué pregunta no sabes solucionar, Fermín, y ahora que
la primera lección bien la aprendiste y no cayó en saco roto, veré de qué forma
puedo ayudarte – respondió el Mago Pamplinas.
Y esto le dijo Fermín:
- Como te decía antes, supe que Pitágoras y sus discípulos
repudiaban las guerras y de eso hace muchos cientos de años y me parece que es
un pensamiento sabio, pero sin embargo oigo en la televisión y en la radio, y
en conversaciones de mis padres y sus amigos y también en la Escuela entre los
profesores y en muchos otros lugares, que hay en el mundo muchas guerras y que
las naciones se pelean entre ellas y se declaran la guerra. ¿Qué hay que hacer,
Mago Pamplinas, para que eso no suceda?-.
Y el Mago Pamplinas así le contestó:
- Vamos a utilizar la misma enseñanza que te transmití para
que con las matemáticas amistases. Pero habrá que dejar pasar todo un día para
ello. Por eso, mañana a la misma hora nos veremos aquí en tu habitación-.
Y dicho esto un nuevo resplandor iluminó la habitación y el
Mago Pamplinas se volatizó acompañado de un ligero zumbido que ya no llegó a
oír Fermín porque el sueño le había vencido.
(continuará)
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