Sigo delante de la pantalla de mi Mac observando
obsesivamente cómo se gesta la vida de cuatro golondrinas.
Cuando la que incuba marcha me preocupo y cuento los
segundos, los minutos que está ausente de aportar su calor a la puesta.
Mi pensamiento es dócil y lánguido, pero aquí sigo frente a
la pantalla de mi Mac.
Despisto, a veces, la mirada hacia tu fotografía serena y
reposada en las montañas que adivino contemplas.
Tu quietud me recuerda a la inmensidad del hechizo, porque
atraído por el mismo me hallo por
el amor incondicional, animal, irracional, verdadero que vertí en ti.
Es el hechizo que me cautivó y que vela mis sueños de adulto
adolescente henchido de amor.
Te quise lo suficiente, ni niña?
Te amé como tu deseabas ser amada?
Dediqué mi tiempo y mis energías a buscar tu felicidad?
Hice algo importante en mi vida para ayudar a construir la
tuya?
No sabes hasta qué punto me pregunto y me vuelvo a preguntar
cada día y cada noche si supe hacerte feliz, mi niña de manchitas encarnadas y
de faroles verdes de rímel negro en tus pestañas del color de la paja.
Ahora estoy aprendiendo a querer de nuevo.
No es fácil, mi amor.
Necesito tiempo para recuperar amores.
Necesito tiempo para entregar lo que quiero compartir.
Una hembra me entrega su alma de arrebato y otra rechaza el
noble roce de la caricia. Otras me buscan y yo las detesto. No aman, sólo
desean. No se qué, pero demandan lo que yo no puedo ofrecer.
Yo necesito amar y ser amado para no sentirme mutilado,
pelirroja mía.
Yo te amé como nadie ama.
Yo te adoré como nadie adora.
Yo te besé como nadie besa.
Sabré hacerlo de nuevo con aquella que me ama?
Sigo observando a la golondrina incubar sus huevos porque
ella me enseña lo que olvidé porque lo secuestró tu muerte.
Pero la muerte tiene sentido para dar nueva vida.
Sabré amar de nuevo, niña de la rayita verde?
Sabré?
Enséñame otra vez, otra vez, mi amor !
No hay comentarios:
Publicar un comentario