miércoles, 21 de mayo de 2014

La humedad de mis ideas (digresiones disléxicas o simplemente pensamientos desordenados).


Tengo el cerebro húmedo, y cuando el cerebro se humedece se mojan las ideas.
A veces las ideas se mojan con el agua de la lluvia.
Hoy no llueve.
Se mojan también con el llanto amortiguado por la edad, que requiere de no excesivas manifestaciones.
La edad hace que se llore con lentitud.
El niño llora con desespero, el joven con estridencia, el adulto con sentimiento, y el viejo que ya empieza a habitarme llora lentamente, pausadamente, silenciosamente, porque es la mente y las ideas las que lloran.
Así lo exige la edad y la sociedad, la de las apariencias, la que niega las demostraciones del alma.
Está mal visto y peor aceptado que un hombre llore.
Al niño se le supone, el llanto del joven sorprende, el del hombre no se acepta, y el del viejo conmueve porque moquea.

Y resulta que yo lloro.
O se me humedecen las ideas y entonces lloran.
Y con frecuencia.
Qué le vamos a hacer?
Lo que desconozco es si mi llanto de hoy es el del niño, el del joven, el del adulto o el del que moquea.
Tampoco se porque lloro. Curioso, pero así es. Será por la niebla, por la humedad del aire y de los campos y de las montañas.

Hoy no llueve pero tengo mi cerebro como de cartón mojado.
Está como la pasta de papel compacta y húmeda, difícil de separar un trozo del otro. Indisoluble. Como la niebla del ambiente.
Por eso se entremezclan y se desordenan las ideas que vagan por mi cerebro.
Porque hay mucha niebla. Y la niebla es húmeda y está mojada como el llanto.

Me preguntabas el otro día, amor, en quién apoyo yo mis nieblas.
Contesté, por contestar, que en ti. Para que no insistieses con la pregunta, y porque la respuesta ya la sabías antes de preguntar.
Así que no fue mentira, porque mentira es engaño y tú ya sabías la respuesta.
Y mi respuesta era verdad, aunque media verdad, porque me apoyo en mí, y sólo cambia una letra que es la mitad de la palabra.
Además, siempre ha sido así.
Los que nacemos individualistas morimos igual que nacemos.
Es como cuando me dices que las mujeres me aman.
Es verdad, pero a medias.
Amar significa comunión y yo me dediqué sólo a mi niña de la rayita verde en los ojos.
No comulgué con las otras.
Y ahora que ella se fue a pintar rayitas verdes en el firmamento, resulta que me encuentro contigo y ahí me quedo. Sin más, porque no hay más. Porque quiero quedarme ahí. Punto.

Estoy bien, amor, pero a ratos siento el cerebro pastoso, húmedo, nebuloso, mojado.

No sufras. El sol  y la ventisca de la primavera lo secará, porque lo que se moja se seca.
El ciruelo y sus crías de ciruela ayudarán, y también los pájaros del cielo que frecuentan mis comederos en el manzano.
Y el viento de la sierra. La del Cadí, que está frente a la casa.
Y los “clavells de moro” que estarán en la casa y que sustituirán a las ortigas. Y las flores del mercado que regalarán su aroma y su color a la casa y a mí y a ti que estarás conmigo.
Y el cassis de la huerta, la que cobija a la que quise hasta el último día y también antes y después, ella que te dio la perla negra por ser mujer que amas y que quiere ser amada.
Sin más. Te dio la perla negra para que roce tu corazón y con él ames y te entregues.
O es que el amor precisa de mayores revueltas? De aspavientos? De grandes sonoridades?
No, es simple y sencillo porque es eso, amor.
Como el tuyo y el mío, como la perla negra, nítido como la porcelana.
Húmedo y cálido.
Como la lluvia del verano.
Sin niebla.

Como perlas que nos regala el cielo. A ti y a mí. También a ella.

5 comentarios:

  1. Cómo me gustan esas uniones de conceptos imposibles: "la perla negra, nítida como la porcelana". Bueno, ya sabes cómo me gustan.

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  2. No te creas que son conceptos contrapuestos totalmente. Fíjate. Piensa en el tacto de una perla (negra o blanca) y el de la porcelana. A qué llegan a parecerse de una forma sorprendente? Incluso hay mujeres bellas que gozan de una piel de porcelana, lo cual es sinónimo de suavidad extrema (muchas mujeres orientales tiene ese tipo de piel, ofrecen ese tacto que yo estimo como una delicia).

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  3. Hala, ahora me parece todavía más bonita la combinación. Lo has conseguido.

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  4. Y qué suerte tienen las orientales...

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  5. Tengo un amigo que sólo ama a orientales precisamente por su piel de porcelana.
    No es mi caso, porque aquí también las tenemos y yo voy y las descubro, o ellas a mí, vaya usted a saber!!!

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