miércoles, 22 de julio de 2015

Me desperté y con esto me encontré.

 
(Esta es una Historia o una simple Narración, que tanto monta monta tanto, escrita con la Prosa Poética Cromática que suelo utilizar, dedicado a mi amigo Albertet Sánchez i Ferriz, compañero de muchas fatigas, amigo, persona honrada y con convicciones basadas en el sentido común y la mesura. Amigo al que quiero con todo mi corazón, amigo que siempre está cuando precisas de un hombro donde derramar unas lágrimas de dolor y también de alegría, como cuando le imito a la “Encarna”, de los que un día fueron conocidos como “Martes y Trece”, y se me muere de la risa, y yo también me río mucho con él y con su risa).



Me desperté, como en el cuento breve brevísimo de Augusto Monterroso,
y observé que los dinosaurios seguían allí,
porque esto es lo que me he encontrado en mi amanecer de sol rojo.



Me he encontrado con un león de la Carrera de San Jerónimo
paseando con la cabeza gacha y la melena deshilachada.

Me he encontrado por las calles de los pueblos de España con avestruces
que ya no quieren sacar nunca más sus pequeñas cabezas del agujero
en las que metieron sus dudas y sus cruces.

Me he encontrado con un par de tigres que anhelan
como los leones tener estatuas de sus estampas soberbias,
pero perdidos porque extraviaron sus rugidos proberviales.

Me he encontrado con un mandril que ya no le busca ni a su pareja
ni a sus hijos las pulgas y los chinches que su epidermis maneja.

Me he encontrado con un jilguero que no canta
y con un macho de paloma torcaz
que no arrulla a la hembra que corteja.

Me he encontrado en los campos de España con luciérnagas
que decidieron apagar su luz que es, junto a la de la luna y las estrellas,
la que ilumina las noches de esta España ciega y aciaga.

Me he encontrado con la luna que se esconde en el verano,
porque una vergüenza tremenda la embarga
y sólo haya escondite en una nube triste y gris que la amaga
de las miradas de los enamorados que no se besan ni abrazan
ni palabras tiernas brotan espontáneas de sus almas.

Me he encontrado en las praderas y bosques de España
con una cigarra que se vendió su guitarra,
y con una hormiga despistada que vagaba
sin alimento alguno en su pequeñas garras.

Me he encontrado con una anciana desolada
en un pasillo desasistido de una residencia
que debía ser su hogar y su morada.

Me he encontrado con una enfermera enferma
que se sentía impotente ante un abuelo
que clamaba al aire un no puedo
que a su alma molestaba y reventaba.

Me he encontrado en las ciudades de España
con indigentes y con disidentes
a los que ni caso les hacían las gentes.

Me he encontrado con una España en manos de los oligarcas
que tratan a la sociedad
sin ninguna piedad,
que sólo buscan ganar más y más dinero
y poder así satisfacer su ego.

Me he encontrado en los jardines de España
con un rosal repleto de rosas sin color
y de pétalos sin perfumes ni olor.

Me he encontrado con huertos campesinos de ensaladas
y tomates y ajos y cebollas y coles,
rociados de la avidez de los supermercados
y la química productiva de las multinacionales,
y al huerto no se acercaban ni las babosas ni los caracoles.

Me he encontrado con amigos que ahora son enemigos,
con jóvenes encorvados por carencia de pasión
y con ojeras ennegrecidas porque han sido presas de la desilusión.

Me he encontrado con muchachas y muchachos viajantes
porque se han convertido en emigrantes,
por necesidad de descubrir la vitalidad
que esta España les niega con persistencia y negligencia
y con la oscuridad y la tozudez de la mente de los dementes.

Es la España de los toros, del flamenco y la pandereta,
artes excelsas y divinas, como el cante,
pero de la que algunos no queremos formar parte.
Es la España que cada vez que ostenta el poder uno de Galicia
sufrimos todos los demás por su avaricia.
Es la España de la derecha rancia
que no permite que el país sea de estancia.

Me he encontrado con esta España
que no es más que una guadaña afilada,
porque es un país sin agallas,
que sólo sabe de poderosos y sus presiones
para cercenar todas las ilusiones.

Es la España de las castas y de los oligarcas
que tratan a la sociedad
sin ningún atisbo de piedad,
porque sólo desean llenar sus arcas.

Es la España intolerante, pedante y exigente,
la España de la negación y del ordeno y mando,
y a esta España no hay demócrata
ni persona decente que la aguante.



Esto es lo que me he encontrado al despertar,
cuando comprobé que los dinosaurios seguían allí,
pero no por estar,
si no para amenazar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario