Comenta la escritora Carme Riera, con la que este Cronista
se siente cercano por el mismo apellido, que es casualidad porque ni parentesco
ni amistad tenemos, aunque sí compartimos muchas ideas y pensamientos, en un
artículo, al que se refiere la Lechuza, en “La Vanguardia” de fecha 10 de mayo
del año en curso, la casi total desaparición de la Literatura del Plan de
Estudios del bachillerato humanístico, reduciendo sus horas lectivas a su más
mínima expresión.
Le llama profundamente la atención a la Lechuza el artículo
por un lado por su amor por la literatura y por otro porque hace poco me mandó
escribir en mi Blog para nadie, porque lo leen cuatro, un artículo sobre
precisamente este mismo tema.
Recuerda Carme Riera que desde ya hace unos años la
Literatura se estudia en el marco de la asignatura Lengua y Literatura, pero
que ni los profesores ni los alumnos le dedican atención porque supone una
mínima parte del cómputo de la nota final, y por tanto no merece excesivo
esfuerzo porque los estudios en España son, utilizando el argot futbolístico,
“resultadistas”, y por si eso fuese poco en las pruebas de selectividad sólo
hay una pregunta sobre Literatura (que escribo a posta con mayúscula inicial).
Dice la escritora que aseguraba Azorín que la Historia de la
Literatura no es otra cosa que la Historia de la Sensibilidad, algo fundamental
y prioritario en ser el ser humano, por lo que carecer de conocimientos sobre
Literatura forma exactamente en lo contrario, que es la insensibilidad, pero que eso a los
políticos les importa un bledo (y más a los actuales, añade la rapaz nocturna,
empezando por el impresentable Juan Ignacio Wert).
Dice también Carmen Riera, recordando a Quevedo, que
enseñando Literatura bajo mínimos (o más bien no enseñándola, añade la Lechuza)
impide a los jóvenes dialogar con el pasado y conversar con los difuntos, y eso
evita poder contemplar el mundo con otras visiones de las que se nos ofrecen
actualmente.
Y de estos diálogos con el pasado y con mis difuntos y de lo
mucho que de ello se aprende de la vida y de cómo encarar el futuro este
Cronista da buena fe, puedo asegurarlo, y bien lo saben los que bien me
conocen.
Finaliza su análisis la articulista recordándonos a todos
que aquellos que tienen en su mano luchar por un país más culto y más
civilizado, y la Literatura es esencial para ello, y no lo hacen, no tiene
perdón de Dios ni de los ciudadanos.
La Lechuga quiere que deje claro en mi condición de su
Cronista que ella está con la escritora, y que por tanto, esos que tienen la
capacidad de modificar estas situaciones incomprensibles e inaceptables tampoco
tienen su perdón de ave, y que su aspiración es que las próximas generaciones
de futuros hombres y mujeres ¿insensibles? no olviden quiénes son estos
gobernantes y a quiénes y a qué representan, porque la memoria está exactamente
para esto.
El Cronista de la Lechuza.
P.D.: Humildemente, yo
también me apunto a las tesis de Carme Riera y de la Lechuza.
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