sábado, 2 de mayo de 2015

Premonición.

 
Ayer escribí un poema en prosa cromática que titulé “Amor de pájaro de alas de vinagre”.

Esta mañana he dedicado parte de mi tiempo a cortar el césped del jardín con la segadora, y en un descanso porque se me acumulaban los sudores me ha parecido oír un leve chasquido, un roto de la naturaleza.
Enseguida he caído en la cuenta de que un pequeño huevo de un pájaro del cielo se ha estrellado en mi jardín, en la zona que no domina el verde porque es de piedra rosa gallega.
Mi mente me ha transportado de inmediato al pájaro que ayer volaba detrás de la tinta de mi pluma y he pensado si no era más que una premonición que me decía que hay cosas irrecuperables aunque yo me empeñe en que no.

Después han volado todos los pensamientos porque el olor a vinagre era intenso, y también olía a menta y flotaba en el aire el frescor de la hierba segada.

Después, los sudores se han intensificado.

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