Ayer escribí un poema en prosa cromática que titulé “Amor de
pájaro de alas de vinagre”.
Esta mañana he dedicado parte de mi tiempo a cortar el
césped del jardín con la segadora, y en un descanso porque se me acumulaban los
sudores me ha parecido oír un leve chasquido, un roto de la naturaleza.
Enseguida he caído en la cuenta de que un pequeño huevo de
un pájaro del cielo se ha estrellado en mi jardín, en la zona que no domina el
verde porque es de piedra rosa gallega.
Mi mente me ha transportado de inmediato al pájaro que ayer
volaba detrás de la tinta de mi pluma y he pensado si no era más que una
premonición que me decía que hay cosas irrecuperables aunque yo me empeñe en
que no.
Después han volado todos los pensamientos porque el olor a
vinagre era intenso, y también olía a menta y flotaba en el aire el frescor de
la hierba segada.
Después, los sudores se han intensificado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario