domingo, 24 de mayo de 2015

Post Data de “El miedo” de fecha 21 de mayo de 2015.

 
El conocimiento del miedo me permite hoy su detección en los comportamientos y las miradas de los que lo padecen o están a punto de sufrirlo.
 
Ese miedo apareció hace unas semanas en las alas negras de un cuervo que sobrevoló la mansión de una princesa de amor de cañaveral  y le graznó el peligro de las úlceras del plebeyo que la cortejaba con amor de robledal desde que había partido de los vientres de las reinas de su tierra lejana, metaforseando su cuerpo ahora en reptil y a veces en insecto, después en ave de alto vuelo y luego en carroñera y también en pájaro de jaula, incluso en ocasiones en depredador y en gacela de largo salto y brinco alegre, porque esa es su condición para la supervivencia desde que la muerte se enseñoreó de los territorios que habitaba y amaba.

El miedo que trae consigo el peligro cubrió con su sombra oscura de cuervo negro a la princesa de vientre de cristal, y se recogió en sus dependencias mientras el plebeyo, derramado en llanto y soledad porque siempre supo que hay princesas de las que es muy difícil regresar cuando su melodía has oído, recogía sus aperos y marchaba a otras tierras donde descansen sus entrañas desgarradas por el caminar por los senderos de las mujeres de su vida que siempre acaban en desoladores abandonos, aunque en su deambular a veces se le ve sonreír porque quiere pensar que los duendes y las hadas desean que su destino sea cuidar y alegrar la vida de otros que más necesitan de su amor y su compañía que la princesa de porcelana.

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