martes, 26 de mayo de 2015

Relámpago mental desmantelado XXIII y/o una tórtola.

 
Acababa de barnizar una de las ventanas de mi casa y me senté a descansar.
Desde que me partí cinco vértebras me canso en demasía y necesito reposar con mayor frecuencia.

Un pensamiento pasó por mi cabeza coincidiendo con el vuelo de una tórtola de collar del color de una perla negra.

¿Qué nos ha pasado?
¿Por qué después de tantos te quiero ha llegado la misma oscuridad del collar de la tórtola y de la pela negra?

Me respondí con la celeridad del vuelo del ave que me rozó con sus alas que a mí sí que me ha pasado, que a ti no te ha pasado nada.
Primero pensé que podíamos ser amantes, luego pareja, después amigos, y ahora pienso que todo se diluirá y no seremos nada, nada, nada, sólo un recuerdo anestesiado en el cerebro de la tórtola.

Podíamos haber sido y no seremos.
Hay quien nace para amar y hay quien decide no ser amado.

Eso pensaba mientras la tórtola se desprendía de su collar negro para dejármelo al lado de mi asiento en el banco de piedra e iniciaba de nuevo su vuelo no sin antes rozarme la frente cosquilleando mi mente.

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