viernes, 21 de agosto de 2015

Recuerdo de unos besos.

 
En mi antiguo piso de mi pueblo de Sarrià que en realidad es un barrio pero huele como un pueblo la besé, nada más recibirla, de forma fugaz dos veces, el primero con un beso de cocodrilo y el segundo con un escarceo de beso ruso.
Después, a esos roces de labios les siguieron besos de todos los colores y sabores en todos los rincones de su fina piel de porcelana.

Me enamoré de esos besos.

Hoy, cuando los recupero de mi memoria, me acaricio los labios con las yemas de mis dedos como cuando se acaricia a una enamorada.

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