sábado, 22 de agosto de 2015

Un sauce llorón y una lagartija.


(Versión modificada de “Una lagartija que ladeaba la cabeza).

Paseaba y hacía mucho calor.
Encontré un sauce llorón que decoraba los terrenos que rodeaban una urbanización y me refugié bajo sus ramas.
Me entró la nostalgia y se me contagió el llorón y me puse a sollozar tenuemente, casi como con vergüenza, sentado en una gran piedra.
Hasta que me cortó el sollozo una risita casi imperceptible y descubrí a una lagartija que contemplaba su cola amputada de su tronco y se tronchaba de risa al verla contorsionase, casi con violencia, ella solita allí delante suyo.

La lagartija me miro por el rabillo del ojo y sin perder la risa me dijo:  “Hay que reírse mucho cada día de uno mismo, porque es muy saludable, y además evitarás que otros lo hagan por ti”.

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