Hoy, al mediodía, una buena amiga de mi mujer, también mía,
me ha enviado un guatsap para decirme que en la madrugada del sábado al domingo
hay que retrasar el reloj una hora. Cuando sean las tres hay que decirle al
reloj que son las dos.
O sea, hay que mentirle al tiempo.
En su comunicado me ha aclarado que me lo decía porque como
que yo vivo en otro mundo le parecía importante decírmelo.
Me lo he pensado un rato, su comentario, quiero decir.
Y entonces me he animado a enviarle un guatsap de respuesta,
primero agradeciéndole el aviso y luego preguntándole que por qué dice que vivo
en otro mundo.
Me ha respondido diciéndome que sólo hay que leer lo que
escribo y escuchar o atender a lo que pienso y digo para darse cuenta de que
vivo en otro mundo.
Que es evidente que mi mundo es otro y no éste.
Me he quedado más sorprendido que antes, y le he vuelto a
enviar otro guatsap para decirle que si creía que estaba loco o más para allá
que para aquí, o simplemente por qué me decía que estoy como en otra dimensión.
Me ha contestado que, por favor, no cambie nunca, que siga
siendo el que soy, viviendo en mi mundo personal que no es éste.
Más sorpresa por mi parte.
No se si pensar en ello y darle alguna vuelta para ver qué
debo corregir o simplemente creer que la rara es ella y es por ello que piensa
que el extraño soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario