No, la Lechuza no va a hablar de las Fallas valencianas (esa
Autonomía cuya capital tiene una Alcaldesa que tuvo un lapsus de memoria y
ridiculizó las Fiestas más populares y queridas por sus ciudadanos y, lo que es
mucho peor, denigró el idioma de su tierra con su desconocimiento del mismo),
ni tampoco hablará de esa fiesta inventada por el consumismo más exacerbado y
encabezado por “El Corte Inglés” (Día del Padre al que deberíamos realizar “El
Corte de Mangas” para sentirnos algo liberados y menos globalizados).
No, de eso no desea hablar la Lechuza, aunque bien podría.
La Lechuza quiere gritar contra la anulación, por parte del
Tribunal Supremo, de la sentencia dictada por la Audiencia Nacional el pasado
julio para los procesados por el asedio al Parlamento catalán de junio de 2011.
Y el TS, en su nuevo dictamen, condena a ocho de los jóvenes implicados a tres años de
cárcel por un delito contra las Instituciones del Estado.
¡ Tres años de cárcel !
Según el Tribunal Supremo, esos muchachos y muchachas “…atacaron
los valores superiores del orden democrático”, además de mencionar que el fallo de la Audiencia Nacional incurrió en
una “errónea y traumática desjerarquización del derecho
constitucional de participación política a través de los legítimos
representantes en el órgano legislativo, que, pese al esfuerzo argumental
empeñado, se aparta de las claves definitorias de nuestro sistema”.
Y, por supuesto, la sentencia del Supremo obvia lo que dijo
la Audiencia Nacional cuando sostenía que “…las conductas (de los implicados) estaban destinadas a
reivindicar los derechos sociales y los servicios públicos frente a los
recortes presupuestarios y a expresar el divorcio entre representantes y
representados”.
La Lechuza quiere gritar, clamar, berrear, y manifestar de
nuevo que o nos movilizamos o el sistema establecido acaba con toda moral y
ética, además de con todos nosotros.
Así, a vuela pluma, la Lechuza recuerda el Caso Nóos, el
caso Gürtel, los ERES andaluces, el caso del Palau de la Música catalana, el
caso de la Fórmula I en Valencia, y no alcanza su memoria a recordar para
citarlos aquí los muchísimos casos de corrupción que asolan toda España, pero a
modo de ejemplo cita la remodelación de la sede central en Madrid del P.P., el
caso Bárcenas, el caso Palma Arena (el Teatro de la Ópera de Calatrava en Palma
de Mallorca que no se construyó),
el caso del exPresident de la Generalitat catalana Jordi Pujol,… que prosiguen
su andadura, lenta y quijotesca andadura, por los Tribunales de España sin
solución alguna más que la creciente y silenciosa irritación de la ciudadanía.
Sin embargo, a ocho manifestantes (que sí, es cierto, se
extralimitaron en sus empujones, insultos, pintadas en las espaldas de algún
diputado catalán, empujones y no agresiones con daño físico) que se
manifestaron contra el poder corrupto establecido les revisan el fallo de un
Tribunal de Justicia y los condenan a …¡ tres años de cárcel !
Y para acabar de rizar el rizo, y en ejercicio de cinismo
para enmarcar, el Consejero de Presidencia catalán, Francesc Homs, declara que
la sentencia “concuerda con el sentimiento mayoritario del pueblo de
Catalunya”.
¿Será verdad eso que dicen de que los de CiU se creen los
únicos catalanes de verdad, el ombligo de Catalunya, la quintaesencia de lo
auténticamente catalán?
La Lechuza es de la opinión de que lo que realmente piensan
muchos catalanes son dos cosas, una de ellas relacionada directamente con el
tema que da origen a esta Crónica, y otra de ámbito más general:
- que esta nueva sentencia del Tribunal Supremo es como
mínimo ABSOLUTAMENTE DESPROPORCIONADA , y que aquí sólo se revisa lo que el
poder desea que se revise, para así poder hacer, como siempre, lo que le da la
real gana,
- y que, a lo mejor, el gran enemigo de la democracia, bien
entendida, no como la comprenden e interpretan los dos partidos que se alternan
en el poder, es la Constitución, esa Carta Magna intocable, inamovible e
inmutable, que se ha convertido –han convertido los rancios patriotas peperos y
los socialistas de chichinámbano- en una pesadísima losa que lastima y lastra
nuestra convivencia y nuestro sistema político organizativo.
La Lechuza comenta a este Cronista de sus pensamientos que a
veces se siente confundida y aturdida en sus divagaciones, porque tanta
podredumbre sistémica es excesiva y no parece posible o real, por lo que
agradecerá conocer las opiniones (utilicen el apartado Comentarios al pie de la Crónica, que permite
identificarse, utilizar pseudónimo o permanecer en el anonimato) de sus amables
lectores sobre este fallo del Supremo, y poder de esa manera comprobar con
certidumbre qué es lo que de verdad piensa el pueblo catalán (y el no catalán
también, si es el caso).
Y nada más por hoy, salvo desear a todos Feliz Día del Padre
(o simplemente de San José para los no excesivamente contaminados por el
consumismo acérrimo).
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