Mientras hacía tiempo para hacerme una hamburguesa con
cebolla frita precocinada para comer, he caído en la cuenta de que mi familia
somos un ejemplo magnífico de la España de Rajoy y su Gobierno Popular, ya que
cubrimos todo el abanico de posibilidades laborales.
Por orden de antigüedad en la aparición en esta mísera
España de nuestros días y de siempre (aquello de que en nuestras posesiones no
se ponía el sol, no lo viví, afortunadamente, porque si ahora que no somos
nadie sacamos pecho, calcula en esa circunstancia imperial):
Yo: de baja oficialmente; en el paro sin prestación
económica alguna, oficiosamente.
La hermana que me sigue: prejubilada. Salvamos entidades
financieras y los prejubilamos mucho antes de lo que toca a un trabajador que
no pertenezca al mundo del capital.
Mi hermano: en activo (pero prejubilado en breve, ya que es
del gremio de su hermana mayor).
La hermana pequeña: en el paro bastante tiempo. Ahora creo
que ya ni eso, o sea abandonada por la sociedad del bienestar de los del P.P.
Y como ese partido es de una necedad tremenda, absoluta y
abismal, en ve de utilizar expresiones malsonantes y rotundas que son las que
ahora corresponderían, utilizaré las de los dibujos animados y tebeos (por
aquello de que son publicaciones para público infantil) y en la línea opusiana
de la Santamaría (mira, el apellido le va que ni pintado):
¡Sapristi !, ¡ Córcholis !, ¡ Caracoles !, ¡ Repámpanos !, ¡
Cáspita !
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