viernes, 27 de marzo de 2015

Relámpago metal desmantelado XIV y/o una estupidez estúpida.

 
Estoy tan estúpidamente estúpido desde que la mujer con la que suspiro todo el día me ha dicho, en respuestas a mis tonterías, que algo se le ha enfriado en nuestra relación, que sentado en mi observatorio del Bar de Llivia que frecuento me apercibo de lo que deambula por mi cabeza: se pasea por ahí el pensamiento de que si la pereza se mide por pedazos, y ya que somos muchos los que decimos que “tenemos un pedazo de pereza enorme”, por lógica fonética deberíamos decir “tengo un pedazo de peDeza enorme”.

La diferencia es fundamental.
No es lo mismo decir pereza que “peDeza”, sobre todo por la forma insólita y de expresión facial algo retrasada en la que hay que poner el morro para pronunciar “peDeza”.

Compárese:
-       “Tengo un pedazo de pereza que pa qué” (sale como natural, casi filosófico, y si se acompaña de un estirar de brazos y manos queda hasta elegante, como noble y aristocrático).

-       “Tengo un pedazo de peDeza que pa qué” (sale como flotando, algo baboso, y si se acompaña de mejillas flácidas y ojos caídos de mirada bovina, eres el vivo retrato del estúpido con alevosía).

Y ya no escribo más.
Está claro que no son mis mejores días, que estoy estúpido de solemniDad (mira, aquí la D va que ni pintada), y es que llevo así desde que detecté que ciertas frialdades se han instalado entre la niña divina y este estúpido que está sentado en un Bar “peDezosa y eZtúpidamente”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario